1 de abril de 2012

Ni tratando

Hace calor todavía y aunque el sol se esté poniendo y la brisa le ponga empeño, sus escalones siguen calientes y no puede ni tan siquiera pisar el primero. Por eso decide quedarse adentro, entre sus almohadones, con la vista perdida en el lento ondular isleño que danzan sus cortinas, su lámpara y sus pañuelos.
Sigue teniendo mil cosas entre los dedos, sigue encontrando cartas que se escaparon del fuego, sigue con las mandíbulas apretadas y dos imborrables rayas en el entrecejo. Sigue y sigue, sin saber adónde va, sin tener con quien jugar y sin otro par de manos que la ayuden a remar.
Se quedó sin fuerzas y por eso tan solo se deja y confía, y trata sin tratar e intenta soltar y dejar de masticar para tragar y respirar…
No hay aliento ya, ni resto. Está abajo, en el fondo, en cero, con sus tacos guardados y sus uñas extrañando el color negro.
Sabe que todo viene para dejar y que depende de ella aceptar o luchar. Pero hay fantasmas que no se alejan, hilos que no se cortan y caras que no se van.

Se pregunta si es ella la que los retiene y la respuesta, rápida y certera, le pega de lleno en el pecho, dejándola tendida en el suelo, mirando el cielo, con los brazos abiertos
… y los anteojos puestos…

Escrito el 5 de Enero de 2012



1 comentario:

Adriana Fernandez dijo...

los fantasmas no existen. Salvo que los creemos nosotros. No sé. Eso dicen.