12 de agosto de 2023

Nosotras

Son las cinco y cuarto de la tarde, estoy escuchando música y tomando agua y, salvo el color negro de las uñas y de lo que tengo puesto, nada podría ser tan diametralmente opuesto.
Dicen por ahí, los que saben de astros, que cada ocho años algo pasa en el cielo que influye en nosotros de manera directa. La cuestión es que tenemos que ir para atrás y mirar qué fue lo que nos pasó.
Ni lenta ni perezosa decidí ir a mis escritos del 2015 y no se imaginan mi sorpresa cuando descubrí que en abril dejé de escribir a través de Ella y un mes después me alejé un año entero de las letras y me llamé a silencio.
Tengo que decirles que cada vez que releo mis escritos vuelvo a vivirlos como si algo me llevara en el tiempo, y hoy no fue una excepción. Con cada letra que acariciaban mis ojos volví a sentir el dolor de la sumisión, del silencio, de la incredulidad y de la estafa moral y afectiva.
Era tanto el dolor de lo que estaba viviendo que me alejé de lo que más amo en el mundo, mis letras, para no lastimarlas.
A ocho años del comienzo de este largo camino que entiendo termina mañana, ni Ella ni yo somos las mismas, es más, estamos tan distintas que somos la misma.