9 de septiembre de 2015

Tal vez

Tal vez hoy sea día de infidencias y grite hasta acalambrarme esas cosas mal barajadas que tengo atragantadas. Tal vez hoy me desnude ante ustedes y les cuente mis canas sin importarme nada. Tal vez hoy sea día de tirar la toalla y seguir mi camino sin dar vuelta la mirada. Tal vez hoy en la noche el reflejo del espejo sea el que yo espero y me suba a los tacos de los que me bajé hace rato para besarme sin miedos ni reparos mientras miro cómo abandonan mi barco todos los pesados lastres que he estado cargando.
Pero todos estos “tal vez” no son deseos, sino el fin de una larga espera a la que todavía le queda resto y que a cada paso me anuncia que no falta mucho para repartir la baraja de nuevo.

1 de septiembre de 2015

Angustia

Voy a intentar “ensayar” esta sensación o dibujarla, más que nada porque necesito largarla, para que la hoja me la devuelva en letras mansas y yo pueda exorcizarla.
Digamos que la angustia es singular pero una pluralidad de ríos confluyen para formar este mar, porque ella no es causa sino consecuencia de un montón de gotas que llenan el vaso hasta la mismísima zozobra.
Ahora bien, mientras se gesta doy fe de que ni se nota y es por eso que uno no la ve venir hasta que vestida toda ella de ahogado desconcierto y perfumada de sopor hasta la náusea, destila las más puras y saladas lágrimas.
Cuestión que recién cuando el agua está derramada que uno se da cuenta de todo lo que entre manos fue juntando esta muchacha, nada casual y por cierto tampoco nada que haya empezado ayer.
Llegado este momento y para entender y resolver no queda otra salida que empezar a revolver, porque es entre los escombros llenos de polvo en donde están los afluentes que inundan de mar los ojos.
Personalmente siento que mi vida se suspende ante la angustia y que toda ella son manos que me sumergen, me dejan sin aire y me ciegan evaporando sin remedio el alrededor.
Cuando llego a este punto sé que no tengo otra forma de exorcizarla que dejarla que haga sin siquiera intentar esquivarla, aunque no la pase bien, aunque se me hiele la sangre y aunque lo único que escuche sea ese silencio sordo que viene después de todo terremoto.

26 de agosto de 2015

Puzzle

Hace unos años y en una noche lluviosa me vi parada en una vereda con las manos abiertas y sobre ellas un rompecabezas de más de mil piezas y el desafío que después supe es hasta hoy el más grande de mi historia.
Desde entonces que estoy sentada en la alfombra y esta vez “no sola”, mirando todo lo que hay regado y distinguiendo sólo un pequeño lado encastrado mientras el resto sigue mezclado y hasta con algunas piezas boca abajo.
Por momentos se me pone escarpado, no voy a negarlo y es ahí cuando impotente me levanto y abro los brazos esperando ese balazo que al final y por puro instinto termino esquivando.
Sé que no hay una sola forma de armarlo ni una sola de terminarlo. Lo que sí hay es una sola forma de lograrlo y es pieza a pieza y paso a paso sin ignorar que algunas son fáciles pero son las menos y que otras, las más, son hasta difíciles de encontrar porque se esconden entre las demás.
He aprendido con el tiempo a pasar por alto algunas cosas pero ese tiempo mismo me ha enseñado a no despreciarlo porque es este segundo el más válido, porque este segundo no espera y porque cuando este segundo se va no vuelve más.
La vida es rápida, no se detiene y no está en otro lugar. Está hoy, ahora, en este preciso momento. Está en este sol, en este viento, en esta soledad, en este silencio, en este café, en el ruido que hacen mis dedos acariciando todas las letras del teclado, en este grito mudo y ahogado, en el reflejo cierto que me devuelve el espejo y en este rompecabezas que yace en la alfombra instándome cada segundo a seguir armándolo mientras el viento me susurra esa frase que tanto amo y que dice: “cosecharás lo que has sembrado”.

7 de agosto de 2015

Tazas y diablos

Me enfrento hoy con la hoja en blanco y este título, que como yo, está lleno de cosas locas y no tanto.
¿Por qué tazas? Porque hasta no hace mucho tuve una taza casi para cada sorbo de café que me regalaba y otra para el té de la noche que aparecía cuando las demás ya estaban cansadas.
¿Por qué diablos? Porque cuando sin querer rompí la última taza recordé el día que rompí la primera y bastó ese instante, ese sutil destello para que aparecieran ante mí en sucesión incansable toda la sarta de diablos que después supe eran los invasores de mi espacio.
Podría decir que el golpe seco que hicieron mis baluartes cerró un ciclo y al encapsular un tiempo muy preciso se me brindó la oportunidad de verme recorriendo un camino rico, lleno de opciones y aristas, en el que por momentos y cual Quijote luché contra molinos de viento durante largos diálogos de los que ahora doy cuenta estaban desde el comienzo “mortalmente fusilados”.
Y al fin, entre mis tazas y “mis y no tanto diablos” logré entender que se puede jalar un caballo hasta el agua pero nadie lo puede obligar a tomarla.

1 de julio de 2015

Silencio locuaz II

Tiempo atrás escribí silencio locuaz y hoy vuelve a mí la frase que dice que los hechos ni siquiera me hablan sino que me gritan con toda el alma.
Fui algo altanera en ese escrito pero logré desnudarme en una muda parábola de interpretaciones variadas porque mi estilo así lo recomendaba.
Hoy sigue siendo difícil ser precisa y más cuando mi corazón late con esta prisa, mis manos teclean mientras tiritan y lo no tan risible es cuando  menos una compañía.
Soy una mujer que se declara enemiga acérrima de las sorpresas al punto de tener una ética para odiarlas, así como declaro con el mismo énfasis que ante el hecho consumado las palabras no tienen ni un maldito significado.
Sé que la vida no me va a dar un bocado que no pueda tragar y también sé que el tiempo me va a mostrar si todo lo que hoy me parece obvio era o no, una obviedad.


Adjetivos

Me defino detenida y en marcha sostenida, antónima y paciente "esperadora".
Me defino de mil formas, todas ellas con-jugadoras.
Pero esto viene a cuento de que no son adjetivos los que me definen, porque les tengo miedo a las adjetivaciones como le temo a los juicios aunque menos que a mí misma pero casi tanto como a las "verbalizaciones".
La verdad es que me defino con estados que dependen y van cambiando, entendiendo que hay personas que me pueden gustar o no y absteniéndome en todos los casos y en la medida de lo posible, de "estampillarles" con fresca soltura una "adejtivación".

17 de junio de 2015

Su lugar

Hoy voy a hablar de alguien a quien puse en su lugar en otro relato. Hoy le toca de vuelta al pasado.
Para ser sincera les cuento que después de tres páginas y casi mil palabras decidí que lo mejor era aferrarme a mi breve estilo y en cinco párrafos desnudarlo para definirlo.
Tengo que decir que el pasado camina a nuestro lado, a mi derecha en mi caso, y no sólo no hay quien pueda negarlo sino que ni queriendo es posible olvidarlo, por esto señores es innecesario vivir trayéndolo, no se debe.
¿Aclaro? NO ES SANO.
¿Por qué? Porque guardar pasado o tan sólo mencionarlo llena el alma de presentes suicidados.


27 de mayo de 2015

Desnudez impertinente

Una sombra llena de cosas ha entrado en mi espacio, tal vez por demasiado, y no porque yo haya querido ni porque la haya dejado sino porque así fue como ha pasado.
Es cierto todo lo que he aprendido, como es cierto todo lo que me ha dolido pero lo haya manejado como lo haya manejado siempre traté de que fuera con juicio y tino y sobre todo con cuidado.
Siento que mucho de mí he dejado y hasta he tenido que “furtivarme” en mis propios relatos para encontrarme cuando en el camino la pesadez se hacía insoportable y el piso desaparecía bajo mis pies haciendo el próximo paso insondable.
Sé ahora a qué se debe este largo repliegue consciente y creo no haber sido necia ni tosca y sí haber preferido que corriera por mi cuenta el alto precio de la espera silente al grito a deshora.
Hoy mi visión es otra, hoy son cada vez menos las cosas que importan.


21 de mayo de 2015

Silencio definido

Hoy necesito sólo un segundo para ocuparme de un silencio maldito que viajó más de mil kilómetros conmigo, que no es casual que haya originado este escrito y que ha insultado sin remilgos a mi silencio divino.
Tuve tiempo de sobra en ese trayecto forzado para fantasear unas cuantas analogías y también para jugar a las escondidas con silencios callados, cómodos, cortantes, perversos, expectantes, ruidosos, terminantes, tranquilos, densos, forzados y agitados que me llevaron sin que me diera cuenta del acotado silencio del diccionario a un universo inimaginable.
Por eso hoy confieso que a pesar de kilómetros de ese para siempre recuerdo tan feo, infinitamente le adeudo el haber hecho más grande mi cielo.
Y al fin concluyo que, aunque huelguen las palabras, todos los silencios hablan.

23 de abril de 2015

Trapos

Hoy el sol salió para ella y como siempre, uno de sus cinco escalones la espera. Se sienta en el primero y lánguida se le ofrece al viento.
Siente que muchas cosas se le han metido hasta en las costuras de la ropa, pero logra abstraerse y dándole la espalda al mundo sonríe, sin testigos y sin explicaciones.
Este lugar en donde ella fluye apartada de todo, ajena a entreveros y vacía de pensamientos está lleno de lo que sabe es cierto.
Ese espacio tan suyo, ese adentro delicado y suave es en donde ella recala cuando el afuera del día la cansa de tanto inútil “careteo”, de toneladas de utilería barata y de las hostiles seriedades de la existencia vana.
Sonríe porque es mágico verle lo oculto al resto del mundo y porque sabe que no hay misterio o secreto que ella con sus manos y su silencio no pueda deshilvanar en su adentro.


17 de abril de 2015

Entreveros

Hace rato que me vengo entreverando y no logro salir del laberinto que cosió deliberadamente mi diablo. Hilos y más hilos voy sorteando pero el tranco se hace pesado aunque mi dios me lleve de la mano.
Llegar al centro es lo único que me salva de meter los pies en el barro y como ya no sé si son mis tripas las que cantan o es el perverso parloteo interno lo que escucho, dejo todo para cuando salga.
Mis manos y mi voz tiemblan, como me dijeron que temblaba mi alma. Busqué una explicación para tan ilógica aseveración pero a esta altura huelga toda tertulia con mi interior.
Enredada entre las telas que teje mi araña voy hacia el sol y nada más que por si alguien pregunta les digo de antemano que no tengo ni idea de en dónde estoy.

14 de abril de 2015

Blanco

Dice el diccionario que el blanco es el color de la nieve, un color de piel, el mío y probablemente el de muchos de ustedes también, y, para mi sorpresa, menciona que es el espacio que queda entre esta palabra y esta otra.
Pero hoy las razas y las melancolías no están en el top de mi lista, hoy me ocupa el “blanco” que parece que tengo en algún lado dibujado.
Me cuestiono desde tiempos inmemoriales si soy yo la que se para en la trayectoria de los disparos o si es mi cara o son mis formas las que hacen que me encuentre bastante seguido en medio de balaceras que me dejan como una coladera.
Es por eso que hoy decidí detenerme un rato y mirarme en el espejo y, café y cigarrillo mediante, me puse a hacer catarsis.
Lo primero que noto es que soy un blanco fácil porque suelo no reaccionar ante la agresión, pero nunca deja de sorprenderme cuando viene de la gente que yo creo que me quiere.
Lo segundo que percibo es el precio que pago por poner la otra mejilla, un precio que no dolería tanto si las balas vinieran de gente libre de pecado pero como no existe tal gente el costo me parece demasiado caro.
Ahora voy a llegar al final de este “hurgueo” personal y me voy a hacer cargo de todo lo que no tengo resuelto, de todos los miedos que me dejan sin resuello, de todos mis queridos y aceptados defectos, de mis amadas mañas, de mis soledades, de lo escaso de mis sonrisas y de mis silencios.
Y como último voy a regalarle a quien tenga la suficiente valía y se atreva a mirarse, un espejo de cuerpo entero y una piedra para lapidarme.

6 de abril de 2015

Cortinas

Hace muchos años descubrí que el rencor era hijo directo e indiscutible del enojo y que la ira o furia con sustancia, como suelo llamarla, es simplemente la otra cara de la calma. Ustedes podrían decirme, al igual que el diccionario, que son lo mismo pero es acá en donde yo me detengo y los diferencio, tildando al enojo como un tibio intermedio que uno deposita en los otros y a la ira como al más voraz de los incendios que sucede en terreno propio.
Ahora voy a contarles una infidencia, como soy rencorosa hasta la médula y no puedo manejarla, un día decidí asesinar al padre para que no escociera mis entrañas su descendencia, por eso a partir de ahí lo único que me permito vivir con conciencia es la ira, aunque de vez en cuando y sin mi anuencia el enojo pase como una exhalación a hacer un rápido acto de presencia y me deje, como un trompo, dando alguna que otra vuelta.
He escrito mucho acerca de ese fuego que me consume el alma y lo he vivido hasta quedar sin aire así como he vivido la desesperación que implica esperar que la vida me muestre y me lleve a ese bendito lugar en el que la calma hace acto de presencia y con nitidez prístina se da vuelta la moneda.
Sé que no hay nada más terrible que las llamas del infierno ardiendo en mi propio centro pero debo reconocer que el ruido que hace la cortina, cuando de un momento a otro toca fondo, es en mi universo el sonido más melodioso de todos.

30 de marzo de 2015

Caja

En el altillo de mi vida una caja llena de caras y nombres pero vacía de letras vive guardada a la sombra sobre un puñado de mi yesca esperando que una chispa la prenda y la haga desaparecer para siempre de mi senda.
Esa caja maldita, que al verla nada dice, ronda sin pudores mi espacio y se regodea entorpeciendo mi paso mientras su perfume lascivo me sigue a todos lados.
No es ni cerca una caja de Pandora, porque a medida que enlentezco mis pasos se suman diablos que se ríen de mis náuseas y que me son imposibles de ignorar porque sé que están aunque no los pueda precisar.
Esas sanguijuelas sin tino, que ni por asomo desestimo, han pisoteado mi tierra y jugado tanto conmigo que lograron enardecer hasta lo indecible mi espíritu al punto del desafío.
Hoy, con brazos abiertos y las manos llenas de lo cierto, espero el encuentro para encender la yesca y convertir en cenizas a todo aquel que con su solo pensamiento osó entrar en mi huerto con la intención de llevarse mi pienso y cosechar los frutos de mi esfuerzo.

13 de marzo de 2015

Nubes

En realidad está llegando a su fin la tormenta, pero eso no quiere decir que haya terminado, es más, las nubes vienen cargadas como para dejar inundado hasta al desierto más taimado, mientras altiva camina junto a ellas segura y lenta la noche negra, signo inequívoco de que el amanecer está cerca.
Debo decir que esta no es mi primer escarpada y mentiría si dijera que es la última. Mi historia, guía que llevo siempre bajo el brazo, cita en algún párrafo que cada día que amanezco es un bendito desafío y tanto puede sorprenderme con un suelto andar bonito como con las llamas del infierno más temido.
Pero yo sigo, resolviendo cuestas, segura de estar volviendo a mi tierra, determinada a torcer velas o a soltar amarras cuando así lo sienta y con el andar pausado que no se debe a mis años sino al saber que me da el ver algunas cosas y que desde hace más de una década obra en mi poder como la carta más preciada sí, y también la más cara.


21 de enero de 2015

Gracia

Hay demasiado que callar, mucho escrito sin terminar y mucha cosa dando vueltas que no logro cerrar.
Marzo se acerca mientras mi año, por fin, se aleja. Digo por fin porque me está dejando deshecha, porque todavía quedan algunas madejas sin desenredar en mi cabeza, porque la tormenta sigue y yo, cansada de andar con la ropa empapada de tanto afuera, tengo que seguir con ella.
Sé que éstos serán tiempos de pura paciencia y espera, de tecleo lento y máxima alerta aunque el agobio sea el que me lleve a cuestas, aunque no halle las respuestas y lo obvio me obligue a reír sin que me vean.

8 de enero de 2015

Placebos

Hoy se me ocurrió que para los dolores del cuerpo hay mil soluciones pero para los del alma no hay remedio alguno en las farmacias.
También he dicho que ni más millones de los que pueda contar surtirían el efecto mágico de evaporar lo que siento o de hacer desaparecer lo que veo. Hasta podría decir que los miraría con el mismo desconcierto que mira un libro un analfabeto.
Y es que la vida duele cuando se hace carne en el alma, cuando de la ignorancia uno pasa a “darse cuenta” de que ella es toda miradas risueñas, recodos y una infinita sorpresa de imperceptibles modos.
Alguna vez la comparé con el agua del río y siento que no me equivoqué. Fluir con ella ha sido y es maravilloso, aunque debo reconocerle la fuerza cuando las veces que le hice frente como una roca obstinada y para hacerla caber en mis planes quise desviarla, ella me fue desgastando hasta convertirme en un espeso y frustrado fango en donde sin remedio se hundieron las ruedas de mi carro.
Por eso sé que no hay nada más duro que el viaje hacia adentro, no existe dolor en el cuerpo capaz de superar el desgarro interno y para calmarlo no hay remedio ni placebo en todo el universo, sólo la conciencia de saberse lágrima y diluirse en su océano.