23 de febrero de 2011

Sutiles

Abre las manos, se agarra la cabeza, se tapa los oídos y  cierra los ojos, una fina e imperceptible hebra de hielo le recorre la espalda tensionando cada músculo de su cuerpo.
Está quieta y atenta porque la espera no es la espera tierna y tranquilizadora de siempre, ésta es una espera rígida, tiesa y terriblemente incómoda.
Saca las manos de la cara, necesita ver, pero lo que hay que ver no puede mirarlo con los ojos, tiene que sentirlo, y le cuesta, porque el silencio que hoy la acompaña no es su silencio y no lo entiende.
Le da la espalda al sol intentando derretir ese hielo lascivo y licencioso que no para de recorrerla, pero es tal la lujuria de esos dedos, que la desquician y la deshonran, llevándola a un lugar que ya conoce y en el que no quiere estar…
Se para, necesita sacudirse; la sensación que la invade hasta el ahogo es insólita, incongruente y desmedida;  apoya los pies en la tierra suave y caliente, tiene que conectarse con Ella y volver a sentirse.
Logra verse al fin, como Ella misma, y se da cuenta de que los miedos, las excusas y la impotencia no eran sus semillas y la sorprende la sutilidad con que se instalaron y lograron crecer vulnerando su espacio…

No hay manera de entrar a su universo sin ser sospechado
Como no hay manera de violar su esencia sin ser atrapado

19 de febrero de 2011

Señales

Ella busca las señales porque no hay mapa que indique el camino, sabe que es sólo cuestión de caminar, así, sin huella, sobre tierra virgen; y en el tiempo en que tarda en poner un pie adelante del otro, en ese instante en que el pie está en el aire, tiene que ir viendo lo que pisa y aún así es consciente de que a plena luz del día o en la noche más cerrada y oscura puede pisar y hundirse, pero es un riesgo que toma, porque si no lo hace se estanca y se pierde como si hubiera pisado arenas movedizas.
Sería bueno un mapa y un sendero marcado pero sabe que es puro pasado y lo evita como si fuera la misma peste.
Hay señales afuera y adentro, pero las que están adentro son las que sigue, y sale desde el fondo de las tripas el grito que le dice por dónde andar.

Escucha, mira, toca, huele, prueba… y sigue.

Se hunde, se lastima, descansa, se moja, para, se seca… y sigue…

Hay silencios, murmullos, le hablan, le gritan… y sigue…

La tocan, la sacuden, no hay nadie… y sigue…

Sigue porque no puede parar
Sigue porque no sabe esperar
Sigue porque no puede no seguir

12 de febrero de 2011

Cosas

Intranquila, cansada, sola, triste, sensible, abatida…
Hoy Ella está así, todo en un solo cuerpo, todo en un solo corazón, todo y ningún pensamiento y un millón de ellos…
Brazos al costado del cuerpo, como un luchador que ya no resiste ningún golpe más, pero que sabe que lo van a seguir golpeando y de todas formas no le importa porque no siente nada…
Quieta, como un árbol que soporta los embates del viento y los interminables pinchazos de las gotas de lluvia  y aún así se aferra con el alma a la tierra…
Sedienta, como la arena del desierto más hostil, esperando el agua que parece que nunca llega y que cuando lo hace es tan poca que maldice cada gota mientras la toma…
Con las manos abiertas, dando, sin fuerzas, todo…
Con un universo de lágrimas en los ojos, derramadas en la oscuridad del silencio más vacío…
Con el cauce de la garganta lleno de palabras indecibles, incontables, contenidas…
Y en el corazón puro miedo y el susto más virgen de su vida…

Llegan

Está sentada como siempre pero hoy más alerta que nunca, tiene la espalda recta, los codos apoyados en las rodillas y los dedos entrecruzados con fuerza como si estuvieran sosteniendo algo que se quiere escapar.
Mira a lo lejos y las ve acercarse, hace un tiempo eran apenas puntos en la distancia, ahora puede verlas nítidas, decididas y tranquilas, caminando con determinación hacia Ella.
Pronto las va a tener paradas al pie de sus escalones gastados y está asustada, porque el encuentro es inevitable, porque no hay desvío posible, porque no hay equivocación, porque no hay un atajo por donde escapar, porque vienen directo hacia Ella y no hay una sola manera de impedirles entrar.
Algo le dice que se quede sentada, aún con el corazón desbocado y el susto en las manos, algo le dice que tiene que esperarlas por más miedo que le dé enfrentarlas, algo le avisa que es tiempo de cambiar los rumbos y los vientos, algo le dice que vienen a torcer la historia, Su historia, algo le dice que las espere tranquila porque vienen a cambiar las cosas.

Están cerca, más cerca que nunca
y de eso,
no le cabe la menor duda…

Ella y llegan las Decisiones

3 de febrero de 2011

Jugando deseos

Cercada y llena de incertidumbre pero tranquila y con fuerza, camina lento hacia los escalones dejándose caer con una gracia impensada sobre la madera blanca, tibia y gastada.
Apoya la cara en sus manos y mientras con los pies recoge la tranquilidad de estar en casa, se deja llevar por las sensaciones de estos últimos dias, recorriendo sin prisa cada centímetro de ellas, acariciando sin pudor a los fantasmas y oliendo sin reparos la brisa que perfuma el aire de callados misterios.
Sabe que sigilosa se acerca una decisión impostergable y que el cambio es imperioso, urgente e inaplazable.
Seguirá con los anteojos puestos, andará a veces descalza, saldrá a correr, caminará calle tras calle, flotará en un mar calmo de silencios, olerá otros vientos, respirará otras tierras, la cegarán otras luces, peleará otros fantasmas y serán mudos y sorprendidos testigos de su vida otros universos...

Ella está sola
sumergida en su silencio
esperando sin tiempo
viviendo en su cielo
jugando deseos
y poniendo en versos
los sueños de un misterio...

1 de febrero de 2011

Le dicen

La asaltan, pegándose a su cuerpo como sanguijuelas, son muchas, demasiadas, tantas que no puede ni contarlas, tantas que no alcanza a sacar una cuando otra ya ocupa su lugar.
No sabe qué hacer, no hay siquiera un espacio en donde mire y no haya una pegada a su piel. Trata con los dedos de espantar la horrible sensación de ataque desmedido y desconsiderado, pero no puede frenar el increíble atrevimiento de impúdica invasión que tienen para someterla.
Quiere correr, pero el peso es tan grande que sus pasos se convierten en una grotesca y lenta burla suspendida en el aire.
Ignorarlas es imposible porque la presencia es tan ficticia como real y eso las convierte en nada cada vez que enfrenta a una, y así se le escapan y siguen estando sorprendiéndola cada día en cantidad y multiplicándose a medida que Ella fija su vista en alguna y la enfrenta.
Están, no puede negarlo, las ve, son fantasmas reales que la desacomodan y la desorientan, desbocando sin cuidado su esencia y despertándola de su sueño sin remordimiento.
Indecisa y en un dilema y llena de incertidumbre vacila con recelo sospechando suspicacias, celo y llena de abatimiento.

Deja de lucharlas y determinada las observa,
más su osada audacia las deja desnudas, y,
despojadas de adornos y carentes de ternura
le dicen que son dudas...