1 de julio de 2015

Silencio locuaz II

Tiempo atrás escribí silencio locuaz y hoy vuelve a mí la frase que dice que los hechos ni siquiera me hablan sino que me gritan con toda el alma.
Fui algo altanera en ese escrito pero logré desnudarme en una muda parábola de interpretaciones variadas porque mi estilo así lo recomendaba.
Hoy sigue siendo difícil ser precisa y más cuando mi corazón late con esta prisa, mis manos teclean mientras tiritan y lo no tan risible es cuando  menos una compañía.
Soy una mujer que se declara enemiga acérrima de las sorpresas al punto de tener una ética para odiarlas, así como declaro con el mismo énfasis que ante el hecho consumado las palabras no tienen ni un maldito significado.
Sé que la vida no me va a dar un bocado que no pueda tragar y también sé que el tiempo me va a mostrar si todo lo que hoy me parece obvio era o no, una obviedad.


Adjetivos

Me defino detenida y en marcha sostenida, antónima y paciente "esperadora".
Me defino de mil formas, todas ellas con-jugadoras.
Pero esto viene a cuento de que no son adjetivos los que me definen, porque les tengo miedo a las adjetivaciones como le temo a los juicios aunque menos que a mí misma pero casi tanto como a las "verbalizaciones".
La verdad es que me defino con estados que dependen y van cambiando, entendiendo que hay personas que me pueden gustar o no y absteniéndome en todos los casos y en la medida de lo posible, de "estampillarles" con fresca soltura una "adejtivación".