28 de abril de 2011

Horizonte de montañas

Ella recibe un llamado, por el tono de voz del que llama sabe que se acerca a paso de gigante un colapso, y que el que llama lo hace para que Ella le explique lo que ve, a la distancia, porque los separan miles de kilómetros, casi tantos como los kilómetros que lo separan a él de sí mismo.
Escucha su voz, es la voz de la calma antes de la tormenta. Ella sabe, como si lo hubiera parido, que esas letras espaciadas y ese tono recto y sin inflexiones, son la consecuencia de estar parado justo en el borde del abismo, el lugar perfecto en donde ya no importa nada.
No hay necesidad de calmarlo, él no está nervioso, está paralizado, entonces Ella con suavidad lo va guiando, sabe que tiene que alejarlo de ahí.
Él la escucha, y trata de entenderla, pero Ella, mejor que nadie sabe que la experiencia es propia y no puede pasársela como una posta.
No es fácil dejar de alimentar la mente, y frenarla para él es imposible, porque es perversa y voraz y tiene un estómago imposible de llenar.
Lo ve cerca aún estando lejos, Ella es hábil leyendo letras calladas… porque aprendió que entrelíneas hay más sentido y sustancia que en las palabras.
Trata de hacerle ver que lo que le está pasando no es una sola cosa, porque un vaso no se llena con una gota, pero una sola logra desbordarlo.
Él ya encontró el resquicio y ese es el primer paso, Ella está feliz por su hallazgo pero sabe que le falta un trecho largo…

La exigencia es la búsqueda vana de la perfección y su hijo…
Su único hijo es el fracaso…

Para J.L.B

21 de abril de 2011

Original y copia

Es como Ella, pero es diferente. Dice de sí misma que está loca, anda a contramano del mundo, va cuando todos vienen, no cree en nada, hace lo que quiere, habla y habla y no piensa (en esto se parecen).
Hoy se encontraron, hacía mucho que no se veían y Ella la nota cambiada, es otra; no, es otro envoltorio pero es la misma, la misma de siempre! Está loca, definitivamente es una loca suelta entre los cuerdos.
La afinidad entre ellas es traslúcida, palpable, como dos fotos superpuestas, se parecen, son distintas…
A veces una siente que es la otra, porque son como dos gotas de agua con distinto ropaje y con el mismo andamiaje.
Salen, los escalones las esperan, Ella no recibe visitas pero sí la recibe a ella.
Se sientan y las dos perciben la tibieza de los escalones blancos y gastados, la brisa salada, la arena caliente en los pies, el sol… ese sol amante que las llena de silencio, las entibia y las embriaga.

Se miran, codos en las rodillas, manos en las quijadas
sonríen…
si alguien estuviera mirándolas diría que son original y copia,
pero con distinta ropa…

19 de abril de 2011

Horizonte limpio

Ya terminó de sacar, de limpiar y de vaciar; en su casa sólo quedan algunos recuerdos, y en su alma lo aprendido de lo sufrido, porque no hay rencores ni odios sino más bien un agradecimiento sentido.
Aprendió a sacar de lo malo lo mejor y entre los dedos a separar.
Ahora puede a la distancia distinguir lo que pasó, porque cuando las cosas están demasiado cerca, el horizonte deja de serlo y se convierte en una gran montaña imposible de escalar.
Sí, ahora puede ver con claridad cómo desaparecen las miradas asustadas y cómo se evaporan dolorosas palabras e ironías soslayadas; ahora ve el porqué de ese silencio sin sentido, hijo ilegítimo de los grises y de algún amor fallido.
Mira alrededor, otra vez no queda nada, y sentada en sus escalones entiende que vino sola y que sola se irá, sabe que no pueden entrar en su lugar porque no hay espacio para nadie más; por eso a Ella no le importa lo que piensen y sigue intentando, probando y acertando, sumando y restando, dividiendo y multiplicando.

Se levanta, el sol se está escondiendo y se saca el sombrero
Sonríe… ahí adentro es en donde guarda sus secretos…

17 de abril de 2011

Aparece

Se conocen desde siempre. Él un hombre paciente, casi un anciano, en realidad siempre fue un anciano para Ella, pelo, barba y túnica, todo de color blanco, ojos azules, cara arrugada. Un hombre de espaldas anchas y manos fuertes, de pies desnudos y sandalias.
Creyó Ella en algún momento de su juventud, cuando descubrió su presencia, que era dios, pero no, más tarde él le dijo quien era.
Hoy recuerda aquella piedra en donde estuvo sentada durante años y lo recuerda a él, parado a su lado, esperándola, sabiendo que no podía cargarla, haciendo silencio cuando ella gritaba, secando sus lágrimas ni bien eran derramadas, sosteniendo sus manos cuando ella le suplicaba, despertándola cuando se moría, sacudiéndola cuando escapaba.
La vio rendirse una vez, caer hondo y desintegrarse, y ahí supo que era el momento. La instó a salir con voz calma y pausada tendiéndole sus manos cálidas y arrugadas, y mirándola con esos ojos profundos y azules que no necesitan palabras la ayudó a nacer, paso a paso y lágrima a lágrima.
Hace unos años hicieron un viaje y visitaron a sus cinco maestros vestidos del mismo color que el paisaje. Ellos le dijeron que después de cuarenta años ya era momento de acomodar las cosas, y le dieron coraje; pero Ella necesitó tiempo, hasta que un día sintió cómo se iban descarnando uno a uno los barrotes de su cárcel, dejándole vacía el alma y quedando entre las piedras del camino su vida hecha jirones de piel y sangre…

Desde entonces caminan uno al lado del otro, y nunca se detienen. Se ha perdido de vista la piedra en la que ella permaneció largos años sentada, como se ha perdido el suelo en donde él la esperó con paciencia sosegada.

¿Y su nombre?

… sólo Ella conoce su nombre…

15 de abril de 2011

Uno de esos días

Está gris y frío afuera, y también adentro, hoy es uno de esos días de manos heladas y ríos detenidos en el tiempo.
Hoy es uno de esos días, sí, uno de esos días que pasa en cámara lenta, como si no pasara, uno de esos días que se puede tocar con las yemas de los dedos y sentirlo tan impersonal, tan ártico, tan objetivo, tan imposible de juzgar…
Un día sin tiempo, sí, hoy es un día sin minutos que amaneció y atardeció sin que pasaran las horas, y que flotará para siempre en el espacio como un día sin alma.
Hoy no hay uñas negras, ni tacos, hoy está descalza y las uñas casi blancas. No hay anteojos tampoco, no hacen falta, porque alrededor no hay nadie que pueda verle los ojos verdes perdidos entre pilas y pilas de nada, viendo como pasa sin pasar la película de su vida.

Se tira en el suelo lleno de almohadones y descansa…
hoy es uno de esos días en donde nada pasa.

14 de abril de 2011

Noticias raras

Lee la noticia que le llega y queda pasmada, no entiende lo que está escrito. Vuelve a leer una y mil veces y no, no tiene lógica, el contexto es correcto pero lo que ve es una bizarra humorada dicha en serio y se le dibuja en la cara una mueca de puro azoramiento que la hace levantar las cejas, porque esto que está viendo es real, aunque parezca una broma trasnochada.
Se levanta porque tiene que salir y se lleva ese conjunto de letras leídas y no entendidas, tal vez en la oscuridad de la noche pueda darles aunque sea algo de fundamento.
Vuelve y es igual, no las entiende, parecieran estar escritas con un velo de ironía solapada e inconsciente en un momento de olvido y apuro, porque no cabe la posibilidad de que estuvieran escritas en serio, no con la historia que sustenta esta noticia, no al menos para Ella!

Decide que en una caja irá la respuesta, vacía de toda palabra, porque para esto que hoy recibió, lo único que cabe es el silencio del desconcierto.

12 de abril de 2011

Uñas negras y ojos pintados

Respira y pone los dedos en el teclado. A esta hora y sobre el escritorio, la agenda y el cuaderno con letras rojas yacen cerrados.
Hace meses que está corriendo y está cansada, pero la carrera es larga y las piernas le piden a gritos que se saque los tacos.
La vida no deja de llamar a su puerta y tiene que atender mil voces urgentes, mientras sostiene el galope de su corazón en las manos.
Los segundos que para no le alcanzan, y es tal la vorágine, que para saber en donde está parada hace un esfuerzo sobrehumano.
Cuando logra frenar, aunque sea un rato, siente que todo rebalsa en sus brazos y hace malabares con los tiempos, las voces y sus pasos.
Y entonces, con los ojos entrecerrados, Ella trata de hilar lo que siente y de tejer un acorde acompasado que no suene desafinado…

…mientras en la casa sólo se oye el humo de otro cigarrillo y la respiración de la lluvia en el tejado…

6 de abril de 2011

Ella intensa

Ella suele pasar por estos enojos, como pasa por los amores y los odios, y los vive plena porque: ¿cómo pasar un enojo a medias?
Cuando surgen estas iras urgentes y la invaden, Ella abre los brazos y las recibe porque si no entran tirando abajo la puerta, van a entrar por la ventana y se van a esconder debajo de la cama y ahí no va a encontrarlas, ni va a vivirlas y van a permanecer y se van a alimentar y la van a corroer hasta hacerse gigantes y difíciles de correr.
Dosis inmensas de ira pasan a ocupar toda su piel desde la cabeza hasta los pies, entonces sus ojos se vuelven nítidos, sus manos escriben firmes, sus pasos se plantan con fuerza en la tierra y su furia arremete con conciencia.
Cuando llega a este punto, a esta esquina de la balanza, empieza a torcerse para el otro lado, y en un ir y venir constante, pasa por el equilibrio pero sin quedarse, como no se queda en ninguna de las dos esquinas, va y viene, y así sigue y sigue, equilibrando, estabilizando, yendo y viniendo.
Si optara por quedarse en un solo lado sería funesto, como sería funesto quedarse en el medio porque entre el amor y el odio hay mil estados, y entre la ira y la serenidad hay otros tantos.
Todos bogan por lograr el equilibrio, pero Ella sabe que el centro está muerto, como sabe que están muertos los bordes y que en una orquesta no toca un solo instrumento.
En la vida hay blancos y negros y está lleno de colores el resto, optar por uno solo es perderse, por eso ella pasa por todos pero no se queda a vivir en ninguno, porque quedarse y permanecer es morir y desaparecer…
Y va yendo de una orilla a la otra, del día a la noche, del sol a las estrellas, de lo lento a lo rápido, de la locura a la cordura, de lo suave a lo áspero, de estar quieta a moverse, de equivocarse a acertar, de hacer al no hacer, de subir a bajar, y mientras, va escribiendo para vaciar…

Nada es todo el tiempo igual, nada dura una eternidad, la vida es empezar y terminar, es sumar y restar, es amar y odiar con la misma intensidad…

4 de abril de 2011

Huyendo de la imaginación

Recibe una noticia que no entiende ni comparte, una noticia de desgano y rendición que le deja en el alma un frío ardor y en los labios la más amarga sensación.
Trata de entender las palabras “seguro y estable” pero no puede, y se aparta para ver las letras de lejos porque la lastima verlas tan de cerca.
De pronto siente un golpe en el pecho que la deja sin aliento, pero sólo porque empieza a entender los silencios… ellos le hablan de desesperación contenida, de respiración suspendida, de lágrimas guardadas, de sorpresas desperdiciadas, de maravillas ignoradas y de misterios evadidos.
Los silencios le hablan, y Ella, con el corazón oprimido, siente que su elección lo llevó a vivir vacío y a darse por vencido…
Le duele lo que está leyendo, y por instinto se levanta, tiene que irse un rato, no soporta esta violencia de letras, ni el innecesario maltrato.
Cuando vuelve no encuentra cómo decirle que todo lo que hay alrededor está cambiando, algunas cosas en forma apenas perceptible, otras en forma rotunda, por momentos la transición es suave y delicada, y en otros, brusca y grotesca.
A veces la vida, al mirarla todos los días, parece que está detenida y sin embargo se mueve, porque hasta lo que simula no cambiar, está cambiando; y trata de explicarle, hasta con las manos, que no tiene que rendirse y que resignarse es morir, pero las palabras y los gestos se le pierden, como sus lágrimas se pierden hoy por él, en el papel…

Entonces se pregunta si ella también se transforma…
y sí, ella ya no es la misma que hace un minuto
leía esa noticia sobre la alfombra…

Para P. G. P. P

1 de abril de 2011

Noche

Es de noche, ya se están apagando los ruidos y las voces que la acosan durante el día en interminable tropel y el humo del cigarrillo dibuja blancos fantasmas en el aire, mientras el cenicero descansa en el último libro Gabriel.
Está oscuro afuera y sus escalones están fríos y húmedos; sus ojos cansados se quieren cerrar y así dejar morir el ayer y volver a nacer, pero se resiste, no quiere irse, Ella se quiere quedar…
Su alma le dice que es tarde y sus dedos cansados se toman una eternidad en responder, pero Ella, entre lentos y pausados parpadeos, sigue en pie…
Está en una pausa, reposa tranquila y se deja llevar, pero sigue buscando sin buscar y mirando sin mirar…
No se permite los desvíos ni los atajos, no ésta vez; tiene que pasar por este lugar y lo abraza como abrazaría a un amante tierno y considerado, porque no hay otra manera, no a ésta edad y no con lo que aprendió estos años de tanto andar.
Su agenda está llena de notas que no para de tachar, y en su casa de maderas oscuras y envejecidas hay infinidad de listas, sus perpetuas listas, las que hace para no olvidar esa otra realidad, la realidad del mundo en el que está sin estar.
Se materializa el silencio, y la negrura de la noche que las estrellas hacen el vano intento de iluminar, llena de enigmas y de bruma sus espacios y la confinan entre las cuatro paredes sin ecos y sin voces y lejos de la arena y del mar…
Todavía no es tarde y tal vez termine de cruzar el puente algún día y pueda soltar la mano que la sostiene, pero el cuándo y el cómo son un misterio, como su vida que siempre fue una incógnita de insondables y maravillosos secretos.

El cenicero sigue descansando sobre los discursos de Gabriel y Ella sigue escribiendo entre parpadeos y sorbos de té, mientras el humo de otro cigarrillo sigue haciendo ariscos arabescos y se burla, escondiéndose entre las letras y el papel…