25 de octubre de 2014

Intrigadamente

Un maravilloso sol la lleva de la mano y la hace bajar los cinco escalones gastados. Descalza pisa la arena blanca mientras una ráfaga, oportuna como nunca, la despeina escondiéndole la cara.
Siente que su mente corre desbocada y no halla forma de pararla y que algo hace ruido en el fondo de su alma perturbando a su orquesta y haciéndola sonar desacompasada.
Entre todo el batifondo reconoce la voz de su diablo y ve a su dios sentado, con las manos en las quijadas y esperando demasiado callado.
Estudia la situación, no hay muchas formas de parar este desquicio desafinado y tampoco de hacer enmudecer a su diablo. Pero sabe que si esto está pasando es por algo, como sabe que en algún momento se va a crear el espacio y de entre bambalinas va a aparecer el silencio, que manso, va a hacer callar hasta la palidez a todo el escenario.

6 de octubre de 2014

Siente

Ella sale, hace rato que no viene y es que el sol esquivo la tenía en su puño, sumida en un mar turbulento de cavilaciones y algunos malos ratos incontrolables y oscuros.
Sale descalza, despeinada y cansada y elige el primer escalón para sentarse con las piernas cruzadas.
Mira al frente. Arena, la primavera que no llega y el resto de los escalones que quedan.
Siente que su centro está descolocado, mal ubicado, revuelto, ajado, distorsionado y lleno de gente que no le pertenece.
Enojada lo increpa por indecente. No entiende cómo es que dejó la puerta de su esencia tan abierta, tan disponible y tan vulnerable  al punto de sentir que ella no es ella y que fue usurpada con la más temible violencia.
Se odia, se detesta. ¿Cómo es que no se dio cuenta? ¿Cómo es que entró tanta gente a su universo y lo ocupó hasta dejarla así de indefensa?
Sin respuestas agacha la cabeza y aniquilada se aferra con las uñas a la madera mientras en sus ojos se desata la más feroz de las tormentas que la dobla en dos y la parte, como si fuera una triste muñeca.

1 de octubre de 2014

De costado

Vengo ladeada, como si tuviera un pinche adentro de la alpargata. Silenciosa y con la sonrisa atomizada parezco una de esas diosas egipcias de mandíbulas talladas.
Así como estoy hace rato que voy pero tengo entre los dedos la intriga del yendo.
Pasa que pasa de todo y a la vez es como si nada pasara. Pasa que soy yo y también alrededor. Pasa que la historia pesa pero nada peor que saber que lo que hoy pasa no regresa.
Y ahí ando como de prestado, alquitranada, desmaquillada y atornillada, escribiendo no sólo por gusto sino también para no atomizarme yo y así poder verme en la pantalla, leerme entrelíneas y desmenuzarme como si fuera otra para comerme mejor.
Adjetivos no por favor. Yo ya me “adjetivé” bastante y sacarme todo ese lastre no saben lo que me costó.
En fin, amén de todo quisiera algo de humor y si de pedir se trata también me vendría bien un poco de sol. Y mientras espero el yendo decidí ir silbando bajito, casi distraída, casi haciendo como que no estoy.