20 de diciembre de 2011

Ni todo ni nada, sólo algo

Esta es la segunda vez. Una hace unos años y otra ahora. Sabe que la vida le está mostrando algo que todavía no aprendió y Ella apenas si logra ver porqué apareció.
Sentada observa la situación, alerta, vacía y silenciosa. Siente, pero no se pregunta ni se involucra. ¿Explicaciones para qué? a esta altura los caramelos ya vienen sin envoltura…
Palpa la sonrisa escondida, el miedo, la desesperación, la necesidad de aprobación, la falta de confianza, la inseguridad, la testarudez, el dolor, las lágrimas secas, la inquietud, las paredes altas, la casa sin ventanas y sin puerta de entrada, el movimiento continuo, la frustración y la mirada profunda llena de palabras calladas.

Es que cuando los cimientos ceden y la estructura cae
Se ve el cartel que reza:
“Prohibido volver a armar…”

16 de diciembre de 2011

Ira, furia, fundamento y sustancia

Está todo teñido de rojo, sus ojos, sus puños, el cielo, los verdes, la madera, la arena, la noche, lo que toca, lo que mira y hasta el aire que respira.
Siente que la ciega una cortina de sangre y un río enloquecido la lleva a la pelea y a la venganza porque hoy, Ella toda, es ira y furia con sustancia.
No quiere detenerse, ya se hartó.
Acaba de barrer de un solo manotazo el paño verde, y las cartas volaron por el aire como plumas yendo a parar a cualquier lado. No le importa nada, y carta que encuentra, carta que patea, rompe y quema.
La mesa es un despojo de maderas desparramadas y la silla en la que estaba sentada es una pira funeraria en el centro de la sala…
Dicen que la venganza es un plato que se come frío, pero Ella sabe que no tiene gusto a nada. Por eso eligió la furia, la sangre, la ira, la caída sin escalas, el abismo y los pedazos…

No hay lugar más sano que el fondo del pozo
para apoyar los pies
y dar el salto

11 de diciembre de 2011

La calma antes de la tormenta

En algún momento del día un destello la alertó y la hizo tomar conciencia de la rara calma que había en la superficie. Bastó esa luz y en un segundo ya estaba sumergida, buceando hacia su centro.
Se observa. Nota que está inquieta y a la vez abstraída y tan absorta que parece hipnotizada. Se ve arrastrando los pies como si le pesara una eternidad la vida, va caminando con el alma echa jirones en los brazos, y en sus labios se insinúa, apenas perceptible, una sonrisa, que inútil, trata de ocultar el agobio que se le dibuja sin disimulo en los ojos.
El círculo no se cierra y ya está cansada, el cuerpo casi no le responde, no escucha los susurros que tanto ama, el silencio hoy no la abraza, los cinco escalones de madera gastada dejaron de llamarla y la brisa que siempre la despeina está sentada en la arena, esperándola, triste y acongojada.

Hay dos ases en esta jugada,
y un problema.
Tiene uno en cada manga,
y no sabe cual tirar en la mesa…