29 de enero de 2018

Viento

Al mirar por ventana se me ocurrió una analogía rara, algo así como una especie de señalamiento amoroso en forma de parábola.
Hoy mi mirada y mi alerta no son las mismas, a diferencia de otros tiempos ambas reposan tranquilas en este vacío inalterable que me hace permeable a todo cuanto sucede, incluido este viento que hace meses que no ceja en su esfuerzo de pelearse con todo lo que acontece.
Sobre mis pasos silenciosos y pausados mi presencia se hace imperceptible y mis manos se vuelven tan ligeras que puedo sentir con ellas lo incoherentes, confusas y alteradas que están las ráfagas.
Retiro mis dedos.
Yo alguna vez también fui viento pero entendí con el paso del tiempo que soplar, gritar, luchar o especular porque “yo creo que así no debe ser” no cambia lo que “es”. Lo que “es” cambia sólo si yo me corro.


24 de enero de 2018

No supongo

El café está frío, el cenicero vacío y recién he escrito, en la hoja de papel que tengo al lado del teclado, que lo que hay afuera no es lo que me afecta, que lo que me afecta es cómo lo interpreto.
Hoy estoy en mi centro y como consecuencia me hallo lejos de cualquier interpretación por eso me puedo permitir una descripción “casi” objetiva de la situación.
Levanto la vista y veo que el ambiente es denso. No es malo, no es bueno, es denso.
No me aparto ni me escapo, sólo miro.
Siento que al estar libre de juicio no hay reacción porque no hay manera de que sea personal y al no darle identidad aparece ante mí “lo que es y lo que hay” en su exacto lugar.
Entonces reflexiono.
“Lo importante” de la vida es simple y sutil y no hay que ir a buscarlo porque pasa a cada instante. El error consiste en creer que debe ser algo grande.

12 de enero de 2018

Desandariego

Mis manos frías necesitan el calor de las letras para así definir lo que las inquieta.
Hoy una lejanía solitaria alborota mi alma y el agobio confundido me confirma que existen esos dichosos hilos de plata.
Los cuestionamientos quedaron en algún lado del pasado porque la calesita que otrora se había convertido en recta, hoy volvió a ser lo que era.
Siempre digo que no hay palabras para un montón de cosas y ésta es una de ellas.
La vida es un sutil contraste de eternos y contradictorios blancos y negros, feos y bellos, tristes y contentos, es por eso que no hay cuestionamientos y ahí me quedo. En este balance perfecto de complementarios opuestos.
Si hoy se me presenta un tiempo de tristezas lo acepto sin cuestionarlo, nunca se me ocurriría estrellarlo en el suelo porque sé que si lo hago estaría rompiendo la alegría que está exactamente del otro lado.


7 de enero de 2018

Querida culpa

Tan de cerca me ha tocado esta bizantina cuestión de la culpa que llegué a sentirla en mi cuerpo como miles de piquetes de un enfurecido enjambre de abejas.
Tuvo que pasar tiempo hasta que pude identificar a cada una por su nombre para proceder luego a acomodarlas en su sitio, reconociendo que durante este largo proceso cada acción, cada gesto y cada palabra lanzados sin conciencia alguna y sin tan siquiera la más mínima reflexión me permitieron recorrer mis abismos y atisbar los ajenos, algunos tan oscuros y densos que se me antojaron pozos hechos del más duro cemento.
Por eso hoy mi querida, con otra de esas sonrisas que me encantan dibujada en la cara y después de redescubrir la invulnerabilidad que surge de no sentir miedo, puedo decirte que estuviste así de cerca de arrastrarme con tus perversos métodos con el sólo objeto de doblegar mi espíritu guerrero, pero no pudiste, al final la realidad me mostró que no eras más que otro triste, absurdo e inútil concepto.