9 de diciembre de 2022

Cincuenta y van

Un suspiro solitario inicia este relato de uñas blancas, pijamas negro, pantuflas peludas, incomodidad al palo y una sonrisa cómplice que nadie entendería en los labios.
Estoy entrando a los cincuenta y seis o saliendo de los cincuenta y cinco o lo que sea que ustedes quieran, la cuestión es que pintó balance.
La verdad es que este año fue más doloroso que complicado. Bucear la profundidad de mis abismos me dejó sin aliento y nadar hacia la superficie se llevó las pocas fuerzas y la cansada voluntad que me quedaba.
En el camino me vencieron, renuncié y conocí algunas polémicas versiones de mí, sin embargo el desafío fue desnudarme y escribir acerca de ello sin sentir vergüenza por lucir un cartel de “vendo mi ego” colgado en el cuello.
Y acá estoy, con más de media vida vivida y una historia que cuenta acerca de cinco hijos amados, tres ex maridos, dos hombres idealizados y secretamente acariciados, un puñado de un par de amigos, algo así como mil escritos, un dios sentado en el hombro izquierdo y un diablo en el derecho, una bruja en las tripas, una sabia en el entrecejo, un corazón de oro, mis laderos de siempre el café y el cigarro sentados a mi lado, mis negros haciendo guardia, la pared de mi casa pegada a la espalda, Ella de blanco mirándome desde uno de los cinco escalones gastados y las dos abrazadas con una carcajada eterna tatuada en el alma.