27 de noviembre de 2014

Silencio locuaz

Me gustaría inventar una palabra que le diera nombre a esos espacios que suenan sordos en los oídos pero que para mí dicen más de lo que a veces estoy dispuesta a masticar.
Muchos dirán que lo mío es brujería, invento o imaginación pero voy a contarles algo: la vida me mostró y me sigue mostrando tanto en esos milímetros vacíos que para no verlos hasta se me ha ocurrido escribir todo de corrido.
Es que voy a ser sincera, secretos y muertos todos tenemos, lo que no todos tienen es el maldito don de verlos. Y digo bien, para mí es una maldición porque no sólo debo masticarlos sino que con la mejor cara de estúpida tengo que hacer de cuenta que no los veo, cuando las explicaciones o palabras a esta altura de mi vida carecen por completo de sustancia porque los hechos ni siquiera me hablan sino que me gritan con toda el alma.
En fin, espero sepan comprender la altanería con la que hoy me desnudé, cosa que no suelo hacer, pero me revuelve la estupidez y más cuando piensan que yo me la voy a creer.

Documento en blanco

Dicen por ahí que hay que dejarse sorprender pero no estoy muy de acuerdo con eso. La verdad es que no me gustan las sorpresas y me encantaría esquivarlas, pero sé que no es posible por más empeño que le ponga, por más fintas o volteretas que haga.
El tema es que uno nunca termina de conocerse y ni hablar de conocer a los demás, tarea imposible si las hay. Por eso hoy el relato se llama documento en blanco, por eso hoy disiento con lo que “dicen”, por eso hoy escribo esto y por eso hoy mis dedos discurren por mi querido teclado, como aclarando.
Suelo ser breve y dejar mucho a voluntad del lector, y esta no va a ser la excepción. La cuestión acá es simple, llegué a un punto de mi vida en donde sólo creo en lo que ven mis ojos y en lo que cantan mis tripas, porque, como sí es bien cierto que a las palabras se las lleva el viento, he perdido a conciencia la audición.

7 de noviembre de 2014

Simpleza

Necesitó ver los desvíos de las miradas para atrapar en el aire el perfume dulce de lo oculto.
Necesitó hacerle caso a los gritos desesperados de su centro para no caer en la tentación de dar el paso que la haría caer en el barro.
Necesitó de todo este tiempo de silenciosa angustia y espera para entender porqué está molesta.
Hoy dos palabras le pintaron un paisaje que explica lo inexplicable de cualquier explicación.
Hoy sólo dos palabras se llevaron un millón.
Hoy Ella se niega a escuchar y a ver, hoy Ella quiere no sentir la decepción y poner sobre la mesa la honestidad y la sinceridad como única opción.

1 de noviembre de 2014

Desacostumbrada

Se me ha perdido el alma, no sé ya en dónde buscarla y aunque desisto después de cada fracaso mis pies me siguen llevando mientras siento que de mis manos los harapos de lo que queda van cayéndose tristes sobre la arena.
Mi corazón se acelera equilibrando el gasto inmenso que significa caminar por el desierto, buscándome a mí misma en cada esquina y sintiendo que no hay desazón más grande ni enrevesada, al no encontrarme, que ésta.
No hay nada, ni siquiera cansancio. Es el puro azoro el que me tiene desencajada caminando un espacio que me pertenece pero que no es mío y llegando a cada momento al mismo lugar desconocido y vacío y tan abierto que me da miedo y me llena de frío.

No hay sinsentido ni locura más grande
que este dolor punzante de buscarme
y ver que sigo conmigo
pero todavía sin hallarme