28 de junio de 2018

Silenciosa


Me siento silenciosa y ajena a palabras que definen sin definir nada y que necesitan de más porque con una sola no basta.
Hoy estoy lejos del altar en el que las había puesto y ya no me fío de ellas pues entiendo que son una opción empobrecida, una pomposa asociación ilícita, las migas con las que se intenta explicar aquello que jamás podría caber en un cuaderno.
Las letras fueron creadas para ser “un medio” y no “el destino” de todo mortal alfabeto, por eso los significados han perdido mi respeto, así como los constructos que pretenden alinear al vasto universo.
Hay que quitarle a la palabra el peso y la responsabilidad que se le ha puesto en la espalda, porque a la realidad señores, no la define un concepto, de la misma manera que no podemos tapar el sol con un dedo.



11 de junio de 2018

Real


Se hace fácil hablar del otro, tan fácil es que nos brota como un yuyo y lo vemos como si fuera parte del paisaje de la vida. Hasta parece barato hacerlo, como si no costara nada. Ni siquiera el precio nos cuestionamos cuando en realidad de todo lo que hacemos a diario es el precio más caro. Caro porque literalmente nos suicidamos con cada juicio y con cada comentario y no sólo eso sino que lo hacemos sin siquiera ponernos colorados, como si tuviéramos la vida resuelta o lo que es peor, como si estuviéramos libre de “pecado”.
Ignoramos el hecho de que somos unos egoístas y vamos por la vida dando lecciones o desparramando porquería cuando la triste verdad es que no nos atrevemos a mirar para adentro porque ni siquiera tenemos la valentía.

5 de junio de 2018

A veces


A veces el camino se estrecha y se hace escarpada abrupta y de los abismos negros que me abrazan, un aliento gélido tensiona mi nuca al tiempo que el sol liba negrura y cualquier posibilidad de articular palabra se esfuma.  
Observo estos instantes con infinita paciencia porque sé que mi péndulo, que otrora oscilaba peligrosamente y golpeaba los extremos con una rudeza insoportable, hoy dibuja en el aire un ir y venir tranquilo,  equilibrado y constante.
Entiendo que fue descubrir, muchas veces doblada de dolor, que todo lo que con “vehemencia demente afirmaba y defendía” era sólo el pequeño mundo en el que ciega me movía, el único que yo “creía” que existía lo que me hizo sentir tanto abrumada como maravillada. Abrumada porque mi vida dio un giro de ciento ochenta grados y maravillada porque se dibujó un universo de infinitas posibilidades justo en donde el giro me dejó parada.
Hoy sigue “no siendo fácil”, la inercia de cincuenta años hace que muchas veces la tortuga se me escape y sin darme cuenta vuelva a meter los pies en ese pequeño terreno que yo “creía” era el mundo entero.
Y aunque recorrer este camino, vestida sólo con esa sonrisa que no hace mucho me hice a mí misma tiene sus bemoles, encuentro que el tesoro está al final del día cuando me acuesto y escucho que la orquesta suena afinadísima.