29 de agosto de 2017

Ahora

Subida a mis amados tacos, vestida de negro y envuelta en el silencio más amoroso decidí fumarme las últimas horas del último agosto de mis queridos cincuenta años.
Cada pitada que le doy a esta parte de mi vida convierte en humo lo que creí que sólo se me había escapado y que podía volver a tener.
Cada pitada se lleva un pedazo de la mujer que fui hasta hoy y me deja frente a una mujer distinta, desconocida e infinitamente más sensible a la que recién tengo el gusto de conocer.
Hoy me estoy fumando los molinos de viento contra los estuve luchando como un quijote histérico y hasta bizarro.
Hoy, literalmente, me estoy fumando, parada sobre mis tacos y con uñas pintadas de blanco, la resistencia a envejecer con garbo.


16 de agosto de 2017

5 para el peso

Hoy me sobra impotencia, eso por un lado, pero si me paro en el lugar del observador, entiendo.
Ahora convengamos en que hay momentos, más de los que quisiera, en los que estoy a años luz del observador y levanto el tono y me quedo sin aire y desaparece el mundo y la tortuga se me escapa como si de un veloz conejo se tratara.
Pero voy a ponerle humor, más que nada porque es lo mejor.
La cuestión acá es que la ausencia literal de conocimiento anticipado de la totalidad de consecuencias que son pasibles de acontecer ante la elección de una opción hace que cualquiera de las opciones y sus consecuentes elucubraciones sean los ingredientes de la receta perfecta para el caos.
Voy a pasarlo en limpio.
Cualquier camino que elijas lleva a “ninguna parte”.
Una vez que elijas el camino y mientras desandas la huella vas a entender esa frase que dice: “la realidad supera a la ficción”.
No importan todas las precauciones que tomaste “por si las dudas”. Al final te vas a dar cuenta que sólo ocupaste un tiempo precioso que ahora no sabes en donde está. (igual que mi tortuga)
Y para terminar:
El día que tengas en la mano los 5 que te faltaban para el peso la vida se habrá llevado los 95 que tenías en la otra.