18 de junio de 2021

Difícil

Empiezo así de golpe, como con un portazo.
Señores, la teoría del maestro zen al que le pasan cosas y se queda mirando el vacío con sonrisa de Gioconda no me sale.
He leído, escrito, comulgado, predicado y aleccionado acerca de esta cuestión un tiempo largo, pero tengo que reconocer que en el momento de ponerlo en práctica se me escapa la tortuga más veces de las que quiero reconocer y hoy no fue la excepción y entré, cegada por la ira y llena de pánico a zona de guerra y mientras me lamentaba y maldecía oía cómo se iban cayendo una a una todas las cosas que en estos meses fui acomodando.
Sepan ustedes que aun sigo algo furibunda y también un poco chamuscada pero logré salir de la sensación mental de desastre con la tortuga bajo el brazo.
Sé que el precio que pago por irme al futuro es altísimo, casi tan alto como el que pago cuando me voy al pasado, pero es evidente que a veces no puedo evitarlo.
En fin, un día de extremos, de todo negro, de todo malo, de todo feo.