9 de mayo de 2012

Otra vez

Está nerviosa, no durmió bien, no se acuerda si comió y menos que menos lo que tiene que hacer.
¡Cosas y más cosas! toda Ella es un cúmulo sin fin de cosas, es como si estuviera parada debajo de un árbol de frutas maduras y le cayeran en la cabeza una a una sin terminarse nunca.
Trata de poner algo de orden, pero su mente es un torbellino, imposible concentrarse, hacer números, apretar el freno, no pisar al resto del mundo y sobre todo mantener el rumbo ¡imposible hacer todo eso junto!
La vida no se enteró de que no da más, ni se dio por aludida, por eso todos los bichos giran a su alrededor como si fuera una lamparita encendida.
¡Qué ganas de desaparecer que tiene! Mira cuánto marca la aguja del tanque de nafta y después cuenta la plata que tiene en la billetera, le alcanza, pero no para esfumarse.
Intenta parar un segundo y respirar hondo, pero el aire le entra de a trozos y suspira, como último recurso, aunque sienta que es poco.
Quiere estacionar y para variar no encuentra lugar. Autos, caras, cuentas, propuestas, locura absoluta en el centro a las once de la mañana.
Necesita irse a casa para inmolarse en una taza de café y perderse en el humo de un cigarrillo.
Llega, se sienta y mientras la taza de café y el cigarrillo la centran, espera que la “tranquilidad” haga acto de presencia.

(Ya hacen dos horas de esto y nadie ha tocado a su puerta…)

Escrito el 4 de Mayo de 2012