2 de junio de 2011

Interminable

Ayer una amada voz le preguntó si no se le hacía interminable. Sí, a veces se hacen largas 24 horas de soledad y más cuando uno está luchando, porque entonces cada segundo dura horas y cada paso una eternidad.
Es difícil no huir, pero más difícil es quedarse y dejarse matar. No hay otra forma de que nazca el árbol si antes no muere la semilla, pero el proceso se hace doloroso e interminable, y decirle a él que nunca hay un final y que siempre es un comienzo, es peor.
Lo ama con toda su alma pero no puede sujetarlo aún viéndolo caer, por eso Ella se sienta en sus escalones y lo mira sonriente mientras le cuenta que sabe que en el fondo está la respuesta, y que dentro de un tiempo, cuando ancle sus raíces en lo profundo de la tierra y despliegue las alas, va a sentirse libre y va a encontrarse…

Ésta no es una carrera,
acá no hay una meta,
éste es un camino
esto es darse cuenta…

1 comentario:

Adriana Fernandez dijo...

Cuánta ternura, Amalia.