27 de junio de 2011

Brazos cruzados

Está cansada de tanta payasada, del frío y de los malos ratos, se hartó y harta es un peligro.
A veces el espacio se le hace jaula y su refugio la abraza hasta dejarla sin resquicios, convirtiendo el silencio en ahogo infinito.
No hay nada que decir, tampoco hay nada dicho pero hoy siente que protagonizar esta tragicomedia es una hazaña sin límite que la está llevando al borde del abismo.
No sabe si reírse o gritar, no sabe si pegar un portazo y correr, no sabe. Es como si estuviera atada de pies y manos, anclada y amordazada y encima está enojada, ya la historia no tiene nombre, y se está prohibiendo de hacer, porque sabe que de nada a un desastre hay un suspiro.
Tal vez sea esto lo que necesita, llegar a este límite maldito, en donde las palabras no alcanzan para decir lo que siente y los gritos no tienen sentido.

Tal vez, sólo tal vez
sea éste el lugar,
el santo grial,
el que se encuentra ni bien uno llega al final.

1 comentario:

Adriana Fernandez dijo...

El final tiene siempre la respuesta. Puede ser que la respuesta no nos guste. Pero es el final.
Muy bueno.