13 de junio de 2011

Diálogo en prosa

Siguen juntas, ahora adentro, es de noche y tienen mucho de qué hablar.
El lugar está en penumbras y huele a una caprichosa mezcla de lavanda, jazmines y maderas añejadas. Las cortinas están descorridas, las tazas de té descansan sobre la alfombra gastada en donde están sentadas, el fuego palpita cómplice y silencioso mientras la noche callada las escucha, inmensa y oscura, y Ellas… con el pelo suelto y los pies descalzos hablan sin cautela y casi en un susurro tratando de no despertar a las estrellas…
Una se siente cansada, tiene los puños crispados y la espalda encorvada; la otra está relajada, con la cabeza de lado, y miran al cielo las palmas de sus manos.
Se dicen y se cuentan mientras entre los dedos van tejiendo la magia de saberse iguales siendo distintas.
El fuego, de tanto hacer silencio se está apagando, entonces Ella se levanta y le echa otro leño; la otra permanece sentada con las piernas cruzadas, viendo cómo, entre el humo del cigarrillo, juega con la sensación de quedarse pero sólo porque quiere dejarse ir…

1 comentario:

Adriana Fernandez dijo...

Qué lindo devenir de la conciencia.