5 de mayo de 2011

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Y mientras camina por el vasto espacio en el que hace un tiempo tuvo que entrar, se pregunta de qué se tiene que dar cuenta, qué es lo que tiene que ver, a dónde tiene que mirar.
Se detiene, la brisa de siempre la sigue y eso la tranquiliza, pero no puede preguntarle nada porque jamás le contestaría.
Pone las manos en los bolsillos y sus ojos se posan lejos, o cerca que es lo mismo, pero lo único que distingue es la más suave y sustancial ausencia de todo… nada…
No sabe qué buscar, ni si buscar, no sabe para dónde tiene que mirar o si hay algo que ver; sólo siente que la metieron a jugar y ahora que ya está adentro no sabe qué juego es, ni cómo se juega.
Entonces gira, y ésta vez con la brisa dándole de lleno en la cara, saca las manos de los bolsillos y las agita, impotente, en el aire, mientras le grita a algo o a alguien: ¿qué es lo que tengo que ver?
No hay respuesta, no hay nadie, no hay nada… sólo Ella

Gira en silencio. Hoy, ya nada es lo mismo, y vuelve a poner las manos en los bolsillos.

Acaba de decidir que no le importa no tener ventaja, y que sea lo que sea, va a tener la fuerza para llegar a casa…

2 comentarios:

Mercedes dijo...

Excelente!!Qué buena descripción que hacés de los estados que se transitan. Felicitaciones :)

Adriana Fernandez dijo...

Quizás no se tenga que dar cuenta de nada. Quizás Ella misma sea su casa. Muy bueno!!! Me encanta leerte.