9 de abril de 2014

Sin permiso

Está como el día, gris y silenciosa. No se le mueve un pelo como no se mueve afuera ni una sola hoja. Se abraza las piernas, ya sentada en la alfombra, mientras siente cómo este bullicio, incansable y sostenido, de voces encontradas, miradas y sombras la persigue desde hace horas.
Lo silencia yéndose más adentro, pero necesita desmenuzarlo entre los dedos y estudiarlo bien de cerca para que desaparezca.
Se levanta, decide ir a verlo. A mitad de camino lo encuentra, perdido y ciego junto a palabras que nunca deberían haber salido de su boca. Pero no lo enfrenta, no tiene sentido perder fuerzas. Sabe que hay cosas que aunque molestas, hay que dejarlas porque no tienen remedio.
Vuelve a su estancia, callada y sola.

(Anoche su sonrisa se fue sin permiso
Y la perdió entre la horda)


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