12 de abril de 2014

Fragmentos para mi hija Julieta

Cuando las cosas pasan aparece la “re-acción”, es una enseñanza grabada a fuego desde que nacemos. Es la lógica haciendo alarde, es la frustración, es no haberse tomado el tiempo para encontrarse y vaciarse.

La vida no es re-acción, es gestión, es estar alerta, es acción.
Me resulta difícil explicar lo que es la acción. Sé que es desde mí y hacia mí, por mí y para mí, sin incluir al resto ni tampoco excluirlo; es un instinto consciente en el que no existe la mente. 
Es saber que si me encuentro con una víbora en el camino no puedo detenerme a pensar en la historia o en mil y un divagues que me llevarían a la muerte en un instante. En ese momento cualquier pensamiento es absurdo y obsoleto, lo que surge es saltar o correr, no hay tiempo para preguntarle a la mente qué hacer.

No es cosa sencilla y lleva toda la vida; es cuestión de tranquilidad y alerta en balance constante, es vivir en ese lugar en donde nadie puede entrar aunque le abramos la puerta, es estar en el centro estando afuera.
Me llevó años entender que primero debía vaciar el tren, y no sólo de cosas, sino también de gente. Después vino la parte más difícil en donde liberada ya de todo y de todos hasta quedar sola, tuve que desmontar mi historia, y ahí, parada en el medio del derrumbe, desnuda y sin ataduras, tuve que soltar lo que me quedaba agarrado en las manos y ver cómo se tragaba la tierra tanto aquello que había decidido aceptar, como las luchas que nunca iba a ganar. 
Fue el fin y a la vez el inicio, fue llegar al carozo para germinar, fue entrar en mi oscuridad y sacar a relucir todo lo que había guardado y tapado, todo lo que, escondido, no hacía más que alboroto lleno de polvo y descuido.

Siento que cada minuto que vivo es un desafío, es dejar pasar un montón de cosas, es estudiar otras, es descubrir lo que no vi, es reconocer lo que no quise ver, es no quedarme en ningún lado, es aceptar y abrazar cada estado del vaivén, es no pelear con el ir y venir sino simplemente dejarme fluir para poder escuchar el grito de mis tripas y el ruido sordo que hace algo que no está funcionando.


1 comentario:

Anónimo dijo...


Necesitaba esa charla, estas palabras. Tejeré y destejeré. La acción pura, sin mente,como tal me cuesta. Voy a recordar la serpiente. Te amo.