28 de enero de 2014

La noticia de un enojo

Estoy enojada, enojada con todo lo que pasa y de lo que creo yo no tengo que ver nada.
Mi blog reza “sin dios y sin patria”, rezo por el que fui y soy cuestionada; no siento vergüenza por ello, ni lástima. No sé lo que es la patria, siento que un himno y una bandera no definen el límite en la tierra con una raya.
En cuanto a dios, se dice que al negar algo se reconoce su existencia, pero yo no lo niego ni lo afirmo, es más simple que eso, nunca lo vi y tampoco lo siento. Puede estar o no pero yo acá no lo tengo.
Mi enojo tiene tal vez algo que ver con los días y también con haberme metido en dimes y diretes que no me correspondían, noticias puntualmente.
Tarde… siempre resulta que es tarde. El diario no trae la información antes de que pase para poder hacer algo, no, el diario me “anoticia” de lo que a todas luces me es inmanejable. Porque no puede haber nada nuevo en noticias viejas y sólo me queda la preocupación, la impotencia y la frustración que me genera la imposibilidad de actuar frente a un hecho consumado.
Por eso decidí volver a mí hoy, después de darme la cabeza contra la pared, después de habérseme subido el corazón a la garganta un par de veces temiendo que mis hijos, que están lejos, fueran los que estaba viendo tirados en el piso o perdidos.
Y los precios seguirán subiendo igual que el dólar, los puchos, la nafta y la comida; y seguirán habiendo accidentes, muertes, políticos corruptos y guerras.
Entendí que no hay cirugía para el pasado y que hablar de historia y citarla puede ser entretenido pero no me lleva a ninguna parte y por ende no me sirve para nada.
Por eso vuelvo, como hasta no hace mucho, a mi frasco, a mi centro y me sumerjo en lo único que puedo cambiar y mejorar, que es a mí misma.
No sabré qué ropa está de moda, quién murió ni dónde hubo un huracán. Pero voy a estar acá, justo acá y sin más información que la que sienta mi corazón cuando te mire a los ojos y te pregunte ¿cómo estás?

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