9 de enero de 2014

Fantasmas, arañas y diablos

Algún día sé que me voy a reír en la cara de todos los fantasmas, arañas y diablos que con sus sucias maniobras suelen oscurecer a veces mis horas.
Algún día tal vez, cuando los vea aparecer, logre no dejarme manipular ni marear con sus intrincados tejes y no destejes, con sus susurros, sus artilugios y sus mil y un manejes.
Debo decir que muchas veces hay razones valederas que me llevan de la mano a ese estado de histeria apagada, y muchas otras son, en verdad, un hábil invento de estos tres sin corazón.
Pero el tema acá es que, sea cual fuere el motivo, es tan real lo que siento que mis tripas no tardan en empezar el concierto y como si esto fuera poco, un semáforo en rojo termina por cegar sin remedio mis ojos.
Digo siempre que los años me han llenado de paciencia, pero reconozco que en estos casos ni ella me aquieta, así y todo callo y me guardo, y sola y alborotada viajo como puedo a mi centro para masticar el mal momento, para mirar las cosas del derecho y del revés, para cruzarme a la otra vereda y para ser tan objetiva como me sea posible y así evitar que se me prenda fuego la sangre mientras trato de dilucidar entre lo real y lo imaginario y lucho por sacarme el asqueroso y conocido gusto a hiel y bronca que pinta mi boca.
Y sí, algún día tal vez recorra mi barca y descubra que estos tres, se han ido a otro lado a hacer sus salvajadas. Pero por ahora y cada tanto los sigo encontrando, escondidos y elucubrando su próximo asalto para asustarme hasta el infarto.

Escrito en Noviembre de 2013

1 comentario:

Anónimo dijo...

Amalita.. en este relato me veo reflejada un poco.... debe ser que todos tenemos miedos y fantasmas... que van y vienen ... igual tu forma de describir estas sensaciones es maravillosa. Beso grande!!!
Susana C.