12 de agosto de 2011

Interpretaciones

Sigue lloviendo y terminó de mirar la película. Ató los cabos y ahora entiende que su interpretación es una y la de los otros no cuenta, porque entre su verdad, y la verdad del resto, está la verdad, y Ella sólo la puede mirar con su cristal.
Está tranquila hoy, en paz. Es imposible que lo que piensen los demás entre en su metro cuadrado, porque las cosas son tan simples que parecen complicadas y por eso al principio no entendía de qué se trataba la trama, había demasiados cuadros, todos diferentes, todos mezclados, todos así como agarrados de los pelos y unirlos le resultaba bizarro.
Recién ahora, sentada en el sillón, con las piernas recogidas y abrazándose las rodillas entendió cómo venía barajado el mazo.

Porque la gente insiste en posar los ojos en la periferia, y hablan como si supieran, cuando en realidad la maravilla está adentro y no afuera.

En definitiva: la inteligencia escasea y abundan las torpezas
y así no hay forma de armar un rompecabezas…

2 comentarios:

Alma Mateos Taborda dijo...

Muy buen relato, la conclusión final, sin desperdicios. Real y categórica. ¡Feliciotaciones! Un abrazo. Te sigo.

Adriana Fernandez dijo...

Cuando leo estos relatos, tan tuyos, tan íntimos, siempre tiendo a mover mis músculos, instintivamente, siguiendo la posición de tu cuerpo. Hoy estuve a punto de encoger mis piernas y abrazar las rodillas. Bello, Amalia.