Está tranquila hoy, en paz. Es imposible que lo que piensen los demás entre en su metro cuadrado, porque las cosas son tan simples que parecen complicadas y por eso al principio no entendía de qué se trataba la trama, había demasiados cuadros, todos diferentes, todos mezclados, todos así como agarrados de los pelos y unirlos le resultaba bizarro.
Recién ahora, sentada en el sillón, con las piernas recogidas y abrazándose las rodillas entendió cómo venía barajado el mazo.
Porque la gente insiste en posar los ojos en la periferia, y hablan como si supieran, cuando en realidad la maravilla está adentro y no afuera.
En definitiva: la inteligencia escasea y abundan las torpezas
y así no hay forma de armar un rompecabezas…
2 comentarios:
Muy buen relato, la conclusión final, sin desperdicios. Real y categórica. ¡Feliciotaciones! Un abrazo. Te sigo.
Cuando leo estos relatos, tan tuyos, tan íntimos, siempre tiendo a mover mis músculos, instintivamente, siguiendo la posición de tu cuerpo. Hoy estuve a punto de encoger mis piernas y abrazar las rodillas. Bello, Amalia.
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