1 de abril de 2011

Noche

Es de noche, ya se están apagando los ruidos y las voces que la acosan durante el día en interminable tropel y el humo del cigarrillo dibuja blancos fantasmas en el aire, mientras el cenicero descansa en el último libro Gabriel.
Está oscuro afuera y sus escalones están fríos y húmedos; sus ojos cansados se quieren cerrar y así dejar morir el ayer y volver a nacer, pero se resiste, no quiere irse, Ella se quiere quedar…
Su alma le dice que es tarde y sus dedos cansados se toman una eternidad en responder, pero Ella, entre lentos y pausados parpadeos, sigue en pie…
Está en una pausa, reposa tranquila y se deja llevar, pero sigue buscando sin buscar y mirando sin mirar…
No se permite los desvíos ni los atajos, no ésta vez; tiene que pasar por este lugar y lo abraza como abrazaría a un amante tierno y considerado, porque no hay otra manera, no a ésta edad y no con lo que aprendió estos años de tanto andar.
Su agenda está llena de notas que no para de tachar, y en su casa de maderas oscuras y envejecidas hay infinidad de listas, sus perpetuas listas, las que hace para no olvidar esa otra realidad, la realidad del mundo en el que está sin estar.
Se materializa el silencio, y la negrura de la noche que las estrellas hacen el vano intento de iluminar, llena de enigmas y de bruma sus espacios y la confinan entre las cuatro paredes sin ecos y sin voces y lejos de la arena y del mar…
Todavía no es tarde y tal vez termine de cruzar el puente algún día y pueda soltar la mano que la sostiene, pero el cuándo y el cómo son un misterio, como su vida que siempre fue una incógnita de insondables y maravillosos secretos.

El cenicero sigue descansando sobre los discursos de Gabriel y Ella sigue escribiendo entre parpadeos y sorbos de té, mientras el humo de otro cigarrillo sigue haciendo ariscos arabescos y se burla, escondiéndose entre las letras y el papel…

1 comentario:

Adriana Fernandez dijo...

Siempre hay tiempo. Siempre se puede aprender. Mientras estemos vivos podemos. Sólo es querer. Me gustan estos relatos, parece un diario íntimo escrito por un tercero. Me gusta la mirada.