Dicen por ahí
que el miedo y los fantasmas, de cerca, son más chicos de lo que parecen, pero
también es cierto que son feos hasta el espanto y es por eso que desde hace
horas y del susto, mi corazón anda galopando desbocado y no puedo hacer nada
para pararlo.
Están tan
cerca que anoche me acosté vestida de pies a cabeza, con todo y medias, pero
rondaron entre mis sábanas y sin misericordia escarcharon para siempre mi alma.
Alguna vez
escribí acerca de estos dos personajes, ahora sé que no cabalmente, porque hoy
son mi aire y podría definirlos hasta el más nimio detalle.
Estos
muchachos no son buenos consejeros, más bien un par de diableros, vándalos y
ventajeros, que a mi tren se subieron y no sé cómo se convirtieron en mis
únicos pasajeros.
La verdad es
que peco por andar sin destino, hoy siento que salté al abismo y estoy
desafiando en el camino al mismísimo vacío.
1 comentario:
Los fantasmas llevan, indefectiblemente, hasta el teatro mágico.
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