10 de mayo de 2013

Mi respuesta


Cuando te pregunté qué habías sentido al leer mi relato, tu ¿y yo? fue instantáneo. Igual te expliqué, pero me faltó algo y me quedé masticando tu sentir, porque no te voy a mentir, fue el mismo que el mío cuando habiéndolo terminado de escribir, lo releí.
En él hablo de un círculo que se está cerrando, de una etapa de mi vida que por momentos se hace demasiado larga y que en ese instante en que todo se detuvo y el silencio cayó pesado sobre mi mesa, vos desapareciste porque en entre esas nostalgias no estabas.
No hay más que eso, fue un segundo de sentir cómo caía sobre mi cabeza un balde lleno de historia, fue verme decidiendo siempre sola y arrancándome de la cama cada mañana porque la vida seguía girando y porque ni siquiera me tenía que importar lo que fuera que hubiera pasado ocho horas atrás.
Eso nada más. Un antes y un después. Un antes que tarda en irse y un después que tardó en llegar pero que ya está acá y que en ese relato no me permití mezclar. 

1 comentario:

Adriana Fernandez dijo...

Lo dicho. Cuestión de tiempos. El después no llega si el antes no se va.