13 de mayo de 2013

Revisando


Estuve revisando en estos días mis “bagayos”, aquellos que moran mi alma, los que he escrito y también los pensados, y me sorprende (y no tanto) la precisión con que se repitieron las cosas este último año ¡Pero ni que las hubiera calculado!
Inocente de mí, una estúpida fui ¡Qué manera de sufrir, y todo para llegar al mismo lugar desde el que salí!
¿Cómo no lo vi, para dónde estaba mirando?
Estoy enojada, enojada conmigo, enojada con mi inocencia porque me está pasando de nuevo y porque al final eso de que todos los caminos conducen a Roma es absurdo sí, pero ¡tan cierto!
Voy vestida de una furia confundida después de tanta penuria, vestida de un enojo que tiñe de rojo todo lo que toco, como si de golpe me hubieran puesto frente a los ojos un dibujo pintado por mí y que recién reconozco.
Soy un metro ochenta con tacos de ira galvanizada, setenta kilos de mufa materializada y dos puños que golpearía contra mi cara si no fuera lo único que casi sin huella me queda, después de tanta pelea.
No hay consuelo ni excusa que valga la pena ¿Qué podría decir que no sepa de mí, cuando ya es tarde para no reincidir? Nada, nada en absoluto que por mis huesos no haya pasado en todos estos meses en los que estuve yendo para ningún lado.
Hoy siento que mi cordura, mi paciencia, mi locura y mi desesperación se mezclan en el aire y sin misericordia se clavan como dardos en mi carne.
¿Vienen a mostrarme? Sí, vienen a mostrarme lo tonta que fui y lo obvio que no vi.

1 comentario:

Adriana Fernandez dijo...

En busca del lobo. Del estepario.