10 de junio de 2012

Oscureciendo y aclarando

Tardísimo, la verdad es que es más tarde que nunca pero porque hoy se levantó tempranísimo. Eso sí, no faltan ni el té ni el cigarrillo, ni las piernas cruzadas ni el silencio ni el perro dormido, y es raro, pero tampoco hace frío.
Ayer la película pasó y se perdió, Ella cree que fue a parar al recuerdo del olvido, pero todavía no está segura y va a dejar que el tiempo le cuente mientras pasea el camino.
Hoy la cosa fue distinta y con el morral casi vacío siente que en las manos tiene tanto y ¡tan poco tiene sentido!
Nunca hay palabras para describir una mirada y menos para contar la verdad que gritan bajo las sábanas los dedos que en la oscuridad se buscan y que al encontrarse quedan unidos.
El miedo mantiene a recaudo los sentimientos, las palabras que dicen que se lleva el viento en realidad quedan suspendidas en el limbo, las defensas fortifican las paredes de la docilidad y el sueño materializa el deseo. El ardor es tan fuerte que no es posible la distancia y por más que se empeñen las palabras, los gestos son la hazaña que construyen el día a día y hacen que las miradas se hundan cada segundo en el fondo del mar del afecto y en la estrella más alta del firmamento.

No hay nada seguro, eso es lo cierto. Lo único que Ella sabe es que el oasis sólo va encontrarlo en el desierto…

1 comentario:

Adriana Fernandez dijo...

En el desierto, hay que tener cuidado con los espejismos.