28 de diciembre de 2010

Sediento deseo

La siente como una sombra, pesada y cansada, pero no es la sombra a la que está acostumbrada, ésta es otra.
La mira y no concibe el andar apesadumbrado y el aire de abatimiento que acompaña a esta insatisfecha silueta que la sorprendió de un instante para el otro, como no entiende tanto desgano, tanto arrastrar los pies y tanta queja.
Es una eterna desventurada que va por la vida aturdida, pidiendo y deseando y nunca agradeciendo.
Ella está irritada porque logra exacerbar su sosiego, y le cuestiona su tedio a los gritos y tan llena de fastidio que ya siente los puños en el aire apuntando directo a esa cara de logrado fracaso.
Logra detener la bofetada al tiempo que la otra se levanta para irse, pero no sin antes decirle que a pesar de que la culpa no existe, la responsabilidad de su existencia es sólo y gracias a sus deseos…
Ella abre las manos en un mudo gesto de pregunta que muere en la punta de sus dedos mientras la otra se aleja para desaparecer y fundirse en la arena.

…no hay posibilidad de que la vida se ajuste a su sueño, como no hay posibilidad de tapar el sol con un dedo…

Ella y la Frustración

1 comentario:

Adriana Fernandez dijo...

Profundo. Será que los sueños deben tener un tamaño menor al del sol? O si son más pequeños no son sueños?