2 de diciembre de 2010

Cerca

Sale, cerca, a tomar un café, anteojos, aún cuando afuera esté lloviendo.
La siguen con la vista por la calle y también cuando entra al salón en penumbras de color vino y maderas oscuras. Se sienta, pide el café fuerte y negro y mientras sus ojos sonríen con osado descaro, la energía que irradia va perfumando el ambiente de desconcierto y aturdiendo sin miramientos un millón de pensamientos ajenos.
Hoy no lleva mochila, se siente libre y vacía, como si fuera más del mismo aire que respira.
Hace unos días, y entre las llamas de un fuego abrasador, pudo ver cómo se producía la alquimia que limpió su alma de sombras y fastidio, porque se había cansado de correr para soltarse, de cortar sogas, de derribar puentes y de enfrentarse a mil de sus demonios.
Pero como siempre pasó en su vida, después de una gran tormenta en donde no quedó nada, hoy puede mirar alrededor sin miedo y ver que todo está otra vez limpio y despejado.
Ya no duda de que a la única que tiene es a ella misma y de que los fantasmas que a veces la visitan vienen para mostrarle algo que dejó cuidadosamente olvidado y guardado en el fondo de su alma…

Está feliz sola y no está corriendo…
Está en el silencio de su mundo, sonriendo…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

sonriendo.. lo imagino, te imagino. te extraño! falta poco para sonreir con vos.

Adriana Fernandez dijo...

La libertad es felicidad. Me gusta, Amalia. Me gusta tu libertad.