Hay días en
los que todo me resbala y nada me mueve ni me produce escozores, es como si
estuviera encerada, lejos de todos y cerca de nadie. Pero hay otros en donde hasta
una caricia me mata. Son esos momentos en los que quiero perder a propósito la
memoria, cortar de un hachazo los cuestionamientos y hacer desaparecer del
vocabulario los porqués, los cómos y los entonces. Pero no puedo, no es algo
que esté en mis manos, no es volitivo, es simplemente algo sentido en donde la
mente no entra por más que haga el esfuerzo de repetir como un loro el “no debo”
dichoso.
Sentir forma
parte de otro universo, y lo que siento en esos momentos en donde la cera se
derrite y el “a flor de piel” aparece, no puedo evitarlo.
A veces suelo
hacerme la distraída pero no tarda mucho en volverme a la tierra el puño de
fuego en la boca del estómago, y no es por la cantidad de café que tomo, ni por
todo lo que fumo, no, la realidad es que “la realidad” es siempre un bicho enorme
e inocultable que ni siquiera puedo disfrazar.
Pero pasa, yo
sé que pasa. Es sólo cuestión de esperar que los días se lleven esa parte del
vocabulario que no puedo hacer desaparecer ni perdiendo a propósito la memoria
y que hoy no me nace hachar.
1 comentario:
La realidad no existe, amiga. La realidad es sólo una construcción subjetiva de la mente. Las palabras nos condenan o nos salvan.
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