Estoy en otra
mesa, en esta “otra”, ya mi casa. Hice de un rincón de ella mi escritorio, por
ahora itinerante, en donde descansan mis dos gruesos diccionarios, la taza de
café y una violeta de los Alpes con flores blancas que me mira mientras escribo
pero que no me habla. A mi izquierda están mis papeles, un puñado de héroes que
lograron no hace mucho la increíble hazaña de escaparse de las llamas, y también
me acompaña, infaltable, el segundo cigarrillo del relato que, acostado en el
cenicero, espera tranquilo mis pitadas mientras hago el esfuerzo de viajar a mi
centro.
Me miro, estoy
más tranquila, más sosegada y sin embargo sigo disgregada y un poco
desordenada.
Me hundo más
adentro, trato de escarbar para ver lo que hay, pero es dura la última capa y
necesito tiempo para volverme a hallar.
En el camino de
este corto viaje, me encuentro con mi paciencia. Está sentada. ¡Pobre! Le pedí
tanto estos últimos años que se quedó sin aliento después de tanto desencuentro
y ¡tanto remo! Y allá está mi alma, la veo algo lejos y llegar a ella me cuesta.
Entre nosotras se interpone este cansancio tan destilado que tengo, artífice innegable
que impide que nos toquemos.
Aguzo el oído
y hago mutis de pensamientos. Oigo que afina los instrumentos la orquesta. Sonrío.
¡Al fin se están encontrando las corcheas!
Observo con
detenimiento a mis amadas manos. Me duelen. Están ajadas, lastimadas y secas pero
aun cuando sangran, no cejan.
Miro para abajo.
El suelo yermo se está quebrando, signo de que algunas semillas están brotando…
Acabo de dar una vuelta por mí.
Afuera hay orden
pero adentro pasó un huracán.
Y en este
maremágnum sin precedente
que me dejó el
sabor de la hiel en los huesos
el frío del
hielo en el cuerpo
el pelo lacio
revuelto
y en donde jugaron
conmigo sus vientos
como si yo
fuera un muñeco
desarticulando
cada uno de mis pasos
sacándome el
piso a cada rato
y tirándome al
abismo sin asco:
crucé el puente
corté las sogas que me estaban ahorcando
y ahora que terminé
me estoy
buscando…
1 comentario:
Uff... sin palabras. Renacer, reinventarse, son cosas que sólo seres especiales son capaces de hacer.
Publicar un comentario