Si se me
hubiera ocurrido hacer una lista con todos los “nunca” que he dicho, hoy
estaría ocupadísima tachándolos y riéndome a carcajada limpia de las vueltas que
da la vida.
Pero hace un
tiempo que los “nunca” se han ido y no es porque así como así hayan
desaparecido o porque alegremente haya decidido no decirlos, no, los nunca se han
ido justo en el instante en el que la estructura ha cedido y en el preciso
momento en el que la flexibilidad, abstracta, suave y madura ha aparecido,
mostrándome una infinidad de cambiantes paisajes y no una foto muerta y
estática, como todo lo que antes había visto.
Haber decidido
no volver a reconstruir lo caído, no planear el mañana y soltar el pasado al
vacío me ha permitido, en estos últimos catorce años, caminar por la vida y no
vivir esperando que ella pase por mi escritorio a buscar el recorrido.
Y como todo
cambia a cada segundo
y salvo la
muerte, nada es seguro,
vivo yendo y
viniendo el equilibrio,
sin lastres
sin escudos
sin antes
sin mañana
y sin más
nunca, aunque esté pisando vidrio.
1 comentario:
El país de "nunca jamás" es una fantasía de un cuento de hadas.
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