24 de octubre de 2013

Después de tres años

Se descubre recorriendo la casa a paso lento, como si una melodía suave la estuviera llevando de la mano por la redondez de sus letras y ella pudiera leer en cada movimiento cada nota, cada estrella, cada tecla, cada sorbo de té, hasta llegar a sentir, con cada sílaba, lo mismo que la llevó a escribir.
¡Es una locura! Tres años ya, tres años han pasado y se acaba de dar cuenta del misterioso misticismo de las fechas.
Pasó de taco aguja, viento y anteojos negros, a vestidos blancos, brisa y arena, y en el medio más de mil y una noches, más de cien prosas y entre palabra y palabra incontables y enigmáticos silencios que sólo ella conoce.
Sigue paseando hechizada la casa, mirando nada, tocando cosas, mientras las lágrimas llegan solas, conjugando encuentros y desencuentros, partidas y llegadas, cortinas que supo bajar sin cuestionarse ni un centímetro y entre las manos un tropel de suspiros llenos de secretos que salieron de su centro y que le fueron marcando el camino con mudos gestos.
No atina a sentarse, las coincidencias la han sorprendido, la causalidad del destino la dejó sin habla, con una sonrisa bella en la cara y justo tres años después de aquella sonora carcajada.

1 comentario:

Adriana Fernandez dijo...

Nada es casual, tal como decís, todo es causal.