26 de septiembre de 2011

Al borde

A pesar de estar sentada en su alfombra y con las piernas cruzadas, siente que tiene más de la mitad de los pies en el aire, a metros de altura, en el último piso, ahí, justo ahí, en donde un pequeño soplo bastaría para hacerla caer.
Hace días que tiene un nudo en la garganta, pero llora de a poquito, no se quiere abrir, tiene miedo de ahogarse y tiene que seguir.
Hace magia con la baraja, pero son demasiadas las cartas y está cansada…
Mira alrededor y no hay nadie, no hay nada, está sola, más sola que nunca y más grande.
Sigue sujetando el carro, pero por momentos se hunde, entonces aprieta la madera con fuerza de no sabe dónde y logra sacarlo y otra vez vuelta a tirar.
Ella sabe que hay un lugar en donde descansar, pero no está cerca. Todavía le falta un trecho largo y más ruedas atascadas y más fuerzas sacadas de algún lugar de las entrañas y más lágrimas no derramadas y más sangre en el alma y más piel desgarrada y más espinas clavadas y más gritos sin palabras y más retiros que estocadas y más alguna que otra cachetada.

En verdad falta,
falta un poco todavía,
falta la otra mitad de la vida…

1 comentario:

Adriana Fernandez dijo...

Qué triste este relato... Cuánta desazón... qué poco se parece a Ella.