1 de octubre de 2011

Aferrado

Hoy hay algo de sol y descalza siente que sus escalones apenas tibios la invitan a sentarse. Apoya las manos a los costados y cierra los ojos, silencio y equilibrio famoso.
Sigue con la intriga de hace días, pero hoy no hay lágrimas y sí una dulce huella salada que le cuenta que la verdad está cerca, tan cerca que le hunde el estómago y la obliga a respirar profundo para así evitar el sofoco.
Tiene que quedarse adentro, quieta, alerta, consciente y tranquila para poder ver y sentir al otro; entonces lo mira y cuando lo toca se materializa entre sus dedos la tristeza, el dolor y la amarga sensación de haber llegado a algún lugar y no saber bien qué hacer ni en donde está.
Es que la vida se olvidó de pasar por su escritorio a buscar el recorrido y sus sueños se hicieron añicos, por eso se siente perdido, pero es un hombre obstinado y Ella ve que sigue aferrándose con fuerza al último peldaño del pasado…

Entonces se levanta y entra, mientras él se cierra.
Sabe que no es su tiempo,
como sabe que cerrarse
 no atrapa lo que ya se ha ido

1 comentario:

Adriana Fernandez dijo...

Casi como sangrar por las heridas del otro.