Me embarga en estos días el silencio más amoroso, la oscuridad de las cortinas cerradas y ese estado de retiro conocido, amado y tan mío.
Pensaba hace un rato en las explicaciones, de las que ya en alguna ocasión he escrito, y se me ocurrió que de todas las que di en mi vida, hubo pocas que me fueron pedidas. Más bien anduve explicándome a mí misma, obedeciendo a un nefasto mecanismo instalado, como si tuviera que justificar cada paso.
La verdad es que no sé a qué se debe y a esta altura de mi vida no me interesa analizarlo, solo me basta decir que lo vi y no me gustó, es más, dar explicaciones le abrió las puertas a una incontable cantidad de personas a opinar, cuestionar, tergiversar y juzgar mi propia existencia.
Hoy estoy parada en otro lugar.
Entendí que no contar es sano para mí y que cuando alguien me cuestiona, aunque yo no haya abierto la boca, lo que dice habla más de él que de mi persona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario