1 de agosto de 2022

En definitiva

Son las dos de la tarde, estoy en casa, descalza, lejos de la ventana y deshilvanando entre los dedos la perplejidad misma y la risa que, a causa de ella, me regala mi alma.
Digamos que me topé con algo así como un señor, les juro que esta vez no me hice la sorda y escuché los ruidos de advertencia que hacían mis tripas, pero decidí seguir y, como para no variar y sintetizar, terminé acá, entre mis letras y reconociendo, claramente, la no-sorpresa.
Dicen que uno acierta en el último intento y es por eso que no me voy a rendir.
La verdad, señores, es que aun después de tres maridos e innumerables “intenticidios” no voy a retroceder ni para tomar envión, eso sí, al dramatismo, a las mariposas y a lo novelesco los ahogué en licor, no vaya a ser cosa que el “mientras tanto” no me lo pueda tomar con humor.

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