Hace unos días tuve la última conversación mortalmente condenada de hasta acá estos nueve años y déjenme decirles que a pesar de conocer el paño de estos diálogos fusilados, tardé en recuperar el garbo más de lo acostumbrado.
Hoy estoy sola, lejos de tanto asco y más tranquila, pero mascando lo que viví como si fueran hojas de tabaco y pensando que en la vorágine no solo fui insultada y descalificada como siempre hasta el hartazgo, sino también intimada a dejar de escribir estos relatos, cosa que no voy a hacer claro, y menos viniendo de la persona que me ha visto llorar tanto y jamás hizo nada para evitarlo.
Hoy estoy sola, lejos de tanto asco y más tranquila, pero mascando lo que viví como si fueran hojas de tabaco y pensando que en la vorágine no solo fui insultada y descalificada como siempre hasta el hartazgo, sino también intimada a dejar de escribir estos relatos, cosa que no voy a hacer claro, y menos viniendo de la persona que me ha visto llorar tanto y jamás hizo nada para evitarlo.
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