Me siento silenciosa y ajena a palabras que definen sin
definir nada y que necesitan de más porque con una sola no basta.
Hoy estoy lejos del altar en el que las había puesto y ya
no me fío de ellas pues entiendo que son una opción empobrecida, una pomposa
asociación ilícita, las migas con las que se intenta explicar aquello que jamás
podría caber en un cuaderno.
Las letras fueron creadas para ser “un medio” y no “el
destino” de todo mortal alfabeto, por eso los significados han perdido mi
respeto, así como los constructos que pretenden alinear al vasto universo.
Hay que quitarle a la palabra el peso y la
responsabilidad que se le ha puesto en la espalda, porque a la realidad
señores, no la define un concepto, de la misma manera que no podemos tapar el
sol con un dedo.
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