11 de junio de 2018

Real


Se hace fácil hablar del otro, tan fácil es que nos brota como un yuyo y lo vemos como si fuera parte del paisaje de la vida. Hasta parece barato hacerlo, como si no costara nada. Ni siquiera el precio nos cuestionamos cuando en realidad de todo lo que hacemos a diario es el precio más caro. Caro porque literalmente nos suicidamos con cada juicio y con cada comentario y no sólo eso sino que lo hacemos sin siquiera ponernos colorados, como si tuviéramos la vida resuelta o lo que es peor, como si estuviéramos libre de “pecado”.
Ignoramos el hecho de que somos unos egoístas y vamos por la vida dando lecciones o desparramando porquería cuando la triste verdad es que no nos atrevemos a mirar para adentro porque ni siquiera tenemos la valentía.

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