El café está frío, el cenicero vacío y recién he escrito,
en la hoja de papel que tengo al lado del teclado, que lo que hay afuera no es
lo que me afecta, que lo que me afecta es cómo lo interpreto.
Hoy estoy en mi centro y como consecuencia me hallo lejos
de cualquier interpretación por eso me puedo permitir una descripción “casi” objetiva
de la situación.
Levanto la vista y veo que el ambiente es denso. No es
malo, no es bueno, es denso.
No me aparto ni me escapo, sólo miro.
Siento que al estar libre de juicio no hay reacción
porque no hay manera de que sea personal y al no darle identidad aparece ante
mí “lo que es y lo que hay” en su exacto lugar.
Entonces reflexiono.
“Lo importante” de la vida es simple y sutil y no hay que
ir a buscarlo porque pasa a cada instante. El error consiste en creer que debe
ser algo grande.
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