El día se pinta gris, yo como siempre visto de negro, los
tacos volaron cuando llegué y hace un rato me bañé, con la esperanza de
calentar mi alma y apagar el infierno que escoce mi piel.
Hubieron cosas difíciles en mi vida, pero hay una en
particular que no logro todavía acomodar.
Es una negrura insondable que me abraza y me ahoga
negándome el aire, impidiéndome abrir los ojos y filtrándose en todo lo que
logro.
Es mi talón de Aquiles, mi parte débil, el lugar en donde
mi sendero se estrecha, se oscurece y se llena de espinas haciéndome imposible
la subida.
Cuando llega y se muestra pierdo el centro, y en la caída
siento cómo me devora hambrienta la tierra.
Hoy, acurrucada en un rincón de mi casa, hay una niña
asustada que esconde entre sus rodillas mi cara.
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