El 13 de Julio de 2013 escribí Eco, relato que me permito
volver a citar.
Entro. La casa está vacía. Paseo los espacios y no hay
ladridos ni risas, sólo escucho el eco de mis pasos que confirman que los
recuerdos no están escritos en un ladrillo, sino adentro de mis bolsillos.
La verdad es que no siento el dolor la partida, pero debe
ser porque raramente me fui yendo sin irme con el cansancio de los días.
Hoy estoy sentada en “otra mi casa”, sola pero
acompañada, tengo las piernas cruzadas y descansan sobre la mesa la taza de
café vacía y el cenicero lleno de colillas. La luz que entra por los ventanales
ilumina mis manos y la lluvia bendita toca monótona una melodía que hace que de
a poco mi alma tullida vaya despertando de nuevo a la vida.
Se fueron hace
unos días más de veinticinco años de historia
y algo así como mil vueltas alrededor de la
tierra
de pasos en la
cocina.
Me llevo entre la
ropa
las lágrimas de
escuchar aletear fuera del nido a mis crías
las de ver partir
para siempre a mis negros
y las de haber
echado al río dos sortijas.
Se quedan en los
rincones
los susurros de
conversaciones dolorosas
la toma de duras
decisiones estando sola
y las risas más
hermosas de hasta acá esta historia.
Hoy la casa es la
cáscara de la jugada más larga,
es la mitad de mi
vida cerrada
y el jaque a la
reina que tanto esperaba.
Pasó mucho tiempo desde aquel día, pero se me sigue
cerrando la garganta cuando lo leo y sigo escuchando mis tacos en el piso de la
cocina.
Hoy la historia es parecida, pero son mis padres los
protagonistas.
La sensación es rara. Lágrimas, cansancio, sonrisas, un
“al fin” esperado y un “ya está” asustado.
Tengo que pensar mucho las palabras, pero porque las
sensaciones que tengo en el alma se mezclan igual que en el mar se mezclan la
sal y el agua.
Quiero decirles a ellos que los entiendo y que hace mucho
que los observo y otro tanto que los desmenuzo entre mis dedos.
Es por eso que hoy me tomo el atrevimiento de decirles que
nada se ha perdido y, si me permiten, también quisiera contarles que la mente
es una muchacha perversa que les va a mostrar sólo los recuerdos más lindos y
va pintar de rosa los no tanto y, que si no tienen cuidado, este juego macabro
va a matar sin compasión a este presente que tanto soñaron.
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