13 de octubre de 2017

Resuena aquel eco (para mis padres)

El 13 de Julio de 2013 escribí Eco, relato que me permito volver a citar.

Entro. La casa está vacía. Paseo los espacios y no hay ladridos ni risas, sólo escucho el eco de mis pasos que confirman que los recuerdos no están escritos en un ladrillo, sino adentro de mis bolsillos.
La verdad es que no siento el dolor la partida, pero debe ser porque raramente me fui yendo sin irme con el cansancio de los días.
Hoy estoy sentada en “otra mi casa”, sola pero acompañada, tengo las piernas cruzadas y descansan sobre la mesa la taza de café vacía y el cenicero lleno de colillas. La luz que entra por los ventanales ilumina mis manos y la lluvia bendita toca monótona una melodía que hace que de a poco mi alma tullida vaya despertando de nuevo a la vida.

Se fueron hace unos días más de veinticinco años de historia
  y algo así como mil vueltas alrededor de la tierra
de pasos en la cocina.
Me llevo entre la ropa
las lágrimas de escuchar aletear fuera del nido a mis crías
las de ver partir para siempre a mis negros
y las de haber echado al río dos sortijas.
Se quedan en los rincones
los susurros de conversaciones dolorosas
la toma de duras decisiones estando sola
y las risas más hermosas de hasta acá esta historia.

Hoy la casa es la cáscara de la jugada más larga,
es la mitad de mi vida cerrada
y el jaque a la reina que tanto esperaba.

Pasó mucho tiempo desde aquel día, pero se me sigue cerrando la garganta cuando lo leo y sigo escuchando mis tacos en el piso de la cocina.
Hoy la historia es parecida, pero son mis padres los protagonistas.
La sensación es rara. Lágrimas, cansancio, sonrisas, un “al fin” esperado y un “ya está” asustado.
Tengo que pensar mucho las palabras, pero porque las sensaciones que tengo en el alma se mezclan igual que en el mar se mezclan la sal y el agua.
Quiero decirles a ellos que los entiendo y que hace mucho que los observo y otro tanto que los desmenuzo entre mis dedos.
Es por eso que hoy me tomo el atrevimiento de decirles que nada se ha perdido y, si me permiten, también quisiera contarles que la mente es una muchacha perversa que les va a mostrar sólo los recuerdos más lindos y va pintar de rosa los no tanto y, que si no tienen cuidado, este juego macabro va a matar sin compasión a este presente que tanto soñaron.

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