Anoche no pude conciliar el sueño y como si eso no fuera
ya bastante perturbador, me visitaron unos amigos de terror.
Hace unos años escribía en la noche y entre las letras y
el silencio de las estrellas, exorcizaba a los fantasmas que merodeaban mi
aura.
Hoy mi vida cambió. No duermo cuando hay que dormir y escribo
cuando el cielo recién parió al sol.
A veces logro la paz que lograba y a veces no. Hoy es un
a veces no.
Los fantasmas que me visitaron tiñeron la noche oscura de
infierno y no la pasé bien, tampoco me levanté y es que pensé que había más en
el living esperándome y no quise arriesgar la poca presencia de ánimo que aún conservaban
mis pies.
La mente es perversa, siempre lo he dicho y obstinada
también. Sigue mostrándome cosas, a horas trasnochadas, que yo no quiero ver.
Aún así me pregunto, como lo hice alguna vez: ¿No será
que en la noche oscura del alma es en donde se ven las cosas más claras?
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