4 de septiembre de 2017

Clavijas

Hoy me siento como una guitarra, de ahí el título de este relato. Y también porque no encontré otra cosa con qué asociar esta sensación constante de estar ajustando, si es que cabe la palabra, cosas que suenan desafinadas o que no suenan o que hacen ese, como le llamo yo, “ruido sordo” de algo que no está funcionando”.
Pero de todos esos acordes mal barajados el que más me escose es el ruido sordo. Ese que sé que está haciendo alboroto y levantando barro en el fondo de mi río pero que en la superficie no se nota. Ese mismo es el que hace que suene desafinada la orquesta y, si tengo que ser honesta, quisiera decir que me molesta.
Hoy particularmente siento que si ajusto las clavijas se rompen las cuerdas, razón por la cual he detenido mi paso para reflexionar y hacer esta catarsis con la hoja y no pecar con la boca.
La verdad es que estoy lejos de ser objetiva, tan lejos como ayer y me atrevo a decir que también como mañana. Tan lejos estoy que cometería la estupidez de detener toda la música y sólo porque una nota suena desafinada.
Pero lo poco de cordura que me queda, sumado al grito urgente, casi lacerante de mis tripas lograron enmudecer mis labios antes de que dijera una sarta de “insustancias” de las que sé que no tendría retorno, insisto, y sólo por esta nota que hace rato que suena desafinada.
Casi que hoy me desconozco, porque no es normal que me quede tranquila, no es normal que no me hierva la sangre, no es normal que no me quede mascando. Lo normal hubiera sido una calesita de explicaciones inconducentes que hoy logré detener justo al tiempo que me daba cuenta de que si estoy tan lejos de ser objetiva como para decidir con coherencia, lo mejor que podía hacer era no hacer nada.
Así como reconozco que soy una mujer que le da vueltas a las cosas hasta que las entiende, reconozco también que algunas llegan a un punto en donde me exceden, algo así como de “no retorno” y acepto que mi única alternativa es abrir las manos y dejar de luchar.
Hoy escuché otra vez el melodioso sonido que hace una cortina al cerrarse después de chirriar un tiempo que me pareció interminable.  


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