22 de septiembre de 2017

Yo interpreto, tú interpretas

Este título surge a raíz de una conversación, por demás breve, con mi madre.
Para poner la cuestión en contexto les cuento que cuando oí su interpretación acerca de un relato que escribí hace poco no pude sino sonreír. Acto seguido quise explicarle, pero ella me dijo que no le dijera nada.
Pasaron ya un par de días de esta breve conversación y tal parece que las letras se quedaron enganchadas en mi ropa hasta que hace un rato, este hermoso silencio me puso frente al cuadro pero sólo para que lo viera, no para que lo interpretara.
Sigo sonriendo, como estos últimos días. La verdad es que afuera no está el enemigo. Afuera lo que hay es la oportunidad ilimitada de no quedarse detenido.

Dicen por ahí que existe un principio que resiste cualquier discusión y que mantiene inevitablemente al hombre dentro de una “sempiterna” ignorancia. Es el principio de despreciar, en lugar de intentar entender.


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