Hoy el sol salió para ella y como siempre, uno de sus
cinco escalones la espera. Se sienta en el primero y lánguida se le ofrece al
viento.
Siente que muchas cosas se le han metido hasta en las
costuras de la ropa, pero logra abstraerse y dándole la espalda al mundo sonríe,
sin testigos y sin explicaciones.
Este lugar en donde ella fluye apartada de todo, ajena a
entreveros y vacía de pensamientos está lleno de lo que sabe es cierto.
Ese espacio tan suyo, ese adentro delicado y suave es en donde
ella recala cuando el afuera del día la cansa de tanto inútil “careteo”, de
toneladas de utilería barata y de las hostiles seriedades de la existencia vana.
Sonríe porque es mágico verle lo oculto al resto del
mundo y porque sabe que no hay misterio o secreto que ella con sus manos y su
silencio no pueda deshilvanar en su adentro.