25 de octubre de 2014

Intrigadamente

Un maravilloso sol la lleva de la mano y la hace bajar los cinco escalones gastados. Descalza pisa la arena blanca mientras una ráfaga, oportuna como nunca, la despeina escondiéndole la cara.
Siente que su mente corre desbocada y no halla forma de pararla y que algo hace ruido en el fondo de su alma perturbando a su orquesta y haciéndola sonar desacompasada.
Entre todo el batifondo reconoce la voz de su diablo y ve a su dios sentado, con las manos en las quijadas y esperando demasiado callado.
Estudia la situación, no hay muchas formas de parar este desquicio desafinado y tampoco de hacer enmudecer a su diablo. Pero sabe que si esto está pasando es por algo, como sabe que en algún momento se va a crear el espacio y de entre bambalinas va a aparecer el silencio, que manso, va a hacer callar hasta la palidez a todo el escenario.

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